El historiador y vicepresidente de Sociedad Civil Catalana, Joaquim Coll, ha advertido que desde el movimiento secesionista se está intentando propagar una imagen negativa del resto de España y, concretamente, de Andalucía.
En un artículo publicado en El Periódico, Coll alerta del estereotipo difundido que relaciona al resto de España como un país "subsidiario" que vive a costa de una "Cataluña productiva" y lo identifica con una visión "supremacista" que quiere contraponer la realidad catalana a la andaluza:
"Se sigue cultivando desde el soberanismo el estereotipo de una España subsidiada frente a una Cataluña productiva. Una mirada supremacista que se dirige principalmente contra Andalucía, presentada muchas veces como un territorio anclado en el subdesarrollo, cuando es la segunda comunidad que más producción efectiva acumula sumando agricultura e industria".
El artículo prosigue con la aportación de una serie de datos que descartan las tesis nacionalistas: "Entre 1986 y 2013, el crecimiento acumulado del PIB andaluz fue del 107,3%, muy por encima de la media española (95,4%) y del conjunto de la UE (71,2%). En cuanto a exportaciones, Andalucía es la tercera comunidad en ventas al exterior, tras Cataluña y Madrid, y durante las crisis (2007-2013) sus exportaciones crecieron el 62%, hasta los casi 26.000 millones".
La "decadencia" de Cataluña
Además de los datos que explican el desarrollo económico de Andalucía tanto a nivel nacional como a nivel internacional a través de las exportaciones, Coll argumenta que es precisamente Cataluña quien sale más beneficiada: "Frente a la acusación que se lanza contra Andalucía desde el nacionalismo (con la silenciosa aquiescencia de los sindicatos catalanes) por derrochar y abusar de las subvenciones a los ERE y ERTE, quien más se ha beneficiado ha sido Cataluña. Un dinero que en muchos casos ha servido para satisfacer las exigencias de las multinacionales, cediendo al chantaje de la deslocalización. Unas ayudas utilizadas para rebajar costes salariales y potenciar lo que el catedrático Francesc Granell ha llamado 'plataformas subordinadas de exportación' en las que estas empresas basan su competitividad, devaluando las condiciones de trabajo. Y no deberíamos olvidar que toda competitividad al margen de la innovación tecnológica está condenada al fracaso".
El historiador finaliza su artículo haciendo una advertencia sobre la incidencia que la situación política de Cataluña tiene sobre la economía catalana. Coll sitúa el proceso secesionista como una de las razones del freno económico que ha experimentado Cataluña en los últimos años: "Si en 1994 la industria representaba el 29,4% del PIB catalán, con los últimos datos este porcentaje ha caído hasta el 18,6%, alejándose del grupo de las principales regiones industriales europeas. La intensidad del debate soberanista es seguramente una manifestación en paralelo de esta decadencia. Una respuesta equivocada que, en lugar de determinar las prioridades de gobiernos y empresas para revertir esta tendencia, empuja a la sociedad catalana a una aventura dañina -a corto plazo seguro- para la economía y el tejido industrial".