En los dos últimos años la Agencia Tributaria de Cataluña ha perdido peso en su lucha contra el fraude fiscal. Según la memoria del último ejercicio del 2013, la agencia ingresó 165,23 millones de euros; un 20% menos que hace dos años, que se traduce en una pérdida total de 41 millones en este periodo de dos años.
Distintos motivos explicarían este retroceso, entre ellos, la crisis económica y la consecuente paralización de la actividad económica. Sin embargo, otro gran agujero del control del fraude para la agencia autonómica se produce en las inspecciones del impuesto de sucesiones y donaciones. En los tres últimos años su recaudación se ha contraído en 22 millones de euros, de los 68 millones de 2011 a los 48,7 millones de 2013.
Esta capitulación se debe a la decisión del Gobierno de Artur Mas de reducir a la mínima expresión la tributación por herencias, “con la práctica desfiscalización de las herencias entre padres e hijos o cónyuges”, como explican desde la Hacienda catalana. No obstante, la Hacienda autonómica logró en 2013 hacer un 51% de las inspecciones previstas, que eran 4.500. Solo un 10% de las personas inspeccionadas no están de acuerdo con los argumentos de los inspectores.
Asimismo, desciende la recaudación por actas de inspección ordinarias, relativas a los trabajos para descubrir a contribuyentes que, no es que hayan falseado u omitido datos, sino que directamente han eludido hacerlas. En 2013 se hicieron 455 de esos controles, que permitieron aflorar 30,6 millones de euros, un 38% más de lo previsto inicialmente.