Sociedad Civil Catalana (SCC) ha organizado dos convocatorias multitudinarias en la vía pública, el 11 de septiembre y el 12 de octubre, y para el Día de la Constitución ha apostado por un acto reflexivo, de debate, este jueves a las 18:15 h, en el Auditorio Axa de Illa Diagonal. ¿Por qué este cambio de formato?
Por varios motivos. Queríamos dejar claro que nuestra vocación es hacer distintos tipos de actos, y en esta celebración triple, la del 11 de septiembre, 12 de octubre y 6 de diciembre, nos faltaba introducir uno que no fuera multitudinario, queríamos transmitir también el mensaje que en un momento dado se puede reunir a gente en la calle, pero que también se puede organizar uno de formato más reducido para conseguir otros objetivos. Y lo hemos diseñado con un contenido de reflexión, con participación de académicos, para que aporten ideas a la sociedad.
¿Ahora más que nunca toca estar con la Constitución?
Con ella hay que estar siempre y, cuantas más dificultades tiene, más hay que apoyarla. No me refiero a dificultades intrínsecas, porque creo que la moda de criticar la Constitución y la Transición no es justa. Tenemos que reivindicar las muchas virtudes que tiene la Constitución, y los valores que aporta.
¿Es el momento de 'abrir el melón' de la reforma constitucional?
Depende. Tenemos que diferenciar dos escenarios. Uno, que a veces se plantea, es el de 'abrir ese melón' como una solución al conflicto independentista. Estoy totalmente en desacuerdo, la reforma no puede ser un elemento en una negociación con el secesionismo. Para empezar porque no hay punto de acuerdo, ellos buscarán la independencia y no querrán otra cosa, sería una reforma viciada por intereses de personas que no desean estar en el consenso constitucional. Ahora bien, si examinamos el conjunto de la sociedad, los problemas de la economía -no solamente en España sino en todo el mundo- y la situación de la Unión Europea, es clarísimo que el escenario del 2014 no es el mismo del que había en 1978 y, responsablemente, debemos de abordar la fase de reconstrucción de un consenso que nos permita una reforma de la Constitución. Pero en esta clave, no para dar contento a los secesionistas.
¿Cómo valora la lista única que ha propuesto Artur Mas?
No se puede valorar aisladamente, hay que analizar todo el programa que presentó en la conferencia que dio el 25 de noviembre en el que se integra, como un elemento más, esta lista única. La propuesta me parece preocupante. Primero la lista, porque supone poner en suspenso la democracia de partidos, que es la base de nuestro sistema, pero me preocupa mucho más por lo que denota si se lee todo el plan. Se entiende que quieren "maximizar" los votos independentistas, creo que Mas usó esta expresión en algún momento. Leído esto después del 9N creo que es claro, se han dado cuenta que las cuentas no les salen. Lo que no se consigue con el voto directo de los ciudadanos buscan conseguirlo a través de unas elecciones parlamentarias en las que no todos los votos valen igual, en las que juegan otros factores y en las que pueden conseguir una mayoría absoluta, de la mitad más uno de los diputados. Para ellos eso sería suficiente para iniciar un proceso en el que, con todas las estructuras del Estado completamente controladas, tener dieciocho meses para intentar convencer al conjunto de la población que se vayan sumando al movimiento. Es rechazable, porque Mas hizo un planteamiento institucional para la convocatoria de la conferencia, y luego dice que si se hace una consulta es para ganarla. Por lo tanto, ¿en qué se convierte? ¿En juez y parte? ¿Habla como Presidente de la Generalidad, para luego colocarse del lado de una de las partes que van a participar en esa hipotética consulta? Todo junto me parece lamentable y un ataque, de momento solamente indirecto, a las líneas esenciales de nuestro sistema democrático, pero al que le falta muy poco para convertirse en un ataque directo.
¿Sabe que no le veo cara de 'quintacolumnista' ni de 'tóxico'?
¿A quién?
A usted.
¿Quintacolumnista? Desde luego que no, trabajo con toda la franqueza por los intereses que creo que son comunes de los catalanes y del conjunto de los españoles. Y 'tóxico', para nada, al revés, pretendo que mis ideas sean abiertas y constructivas, y ser lo más simpático posible.
¿Entonces porque TV3 les trata así? Porque esos calificativos los escuché en la televisión pública...
Fue Marta Alós, en aquella famosa tertulia, porque nosotros molestamos al discurso único. Lo que me asombró de aquel hecho fue que en ese momento del debate la presentadora quiso reconducirlo de alguna manera y defendió que "tendrán derecho a la discrepancia". Y los tertulianos, especialmente Marta Alós, aunque me parece que el resto también la apoyaban, dijeron "tienen derecho si quieren a votar no a la independencia, pero no pueden oponerse a la consulta". Aquello me pareció preocupante, porque si una persona está formada en el espíritu crítico, en debatir todas las ideas, el que alguien le diga "no, esto no se puede discutir, usted puede discrepar hasta aquí, hasta decir que no quiere la independencia, pero no se le ocurra decir que no quiere la consulta", es tremendo. Me parece que hemos tenido una pérdida de libertades democráticas, de libertad de opinión, de libertad de expresión, de las que no somos plenamente conscientes.
¿Se puede ganar el partido? ¿Cómo?
Si por ganar el partido entendemos que el nacionalismo secesionista deje de tener el papel preponderante que tiene en la sociedad, creo que sí, que lo conseguiremos. Llegará un tiempo en el que veremos con cierta distancia lo que está pasando ahora y nos echaremos las manos a la cabeza de pensar que hemos podido tolerar esta apropiación partidista de las instituciones que son de todos, de este intento de construir un discurso que va contra los elementos fundamentales del Estado de derecho y de nuestro marco de convivencia democrático. ¿Cómo? Nosotros lo intentamos lanzando este mensaje al conjunto de la población, pero necesitamos que se haga no solamente desde aquí, desde Cataluña, necesitamos la solidaridad de todos los españoles. También necesitamos mucha claridad y la complicidad de los medios de comunicación, en el sentido simplemente de dar voz a todas las voces y de construir debates abiertos y rigurosos. Porque, en el momento que los tengamos, el conjunto de la población se irá dando cuenta de que esto no nos conduce a ninguna parte. Es más, ahora mismo lo que observamos es que la mayoría está en este lado del partido, lo que necesitamos es, probablemente, que las instituciones y los medios, es decir aquella parte de la sociedad que tiene una mayor visibilidad, refleje lo que es ya el sentir de la mayoría.
Sociedad Civil Catalana se ha reunido con los principales sindicatos de Cataluña, tanto UGT como CCOO, que han sido uno de los principales apoyos del proceso secesionista. ¿Cree que podrán ayudarles a cambiar de línea?
No he estado en esas reuniones, y por lo tanto no puedo valorar cuál ha sido la receptividad que hemos tenido. Desde luego, me extraña que sindicatos como CCOO y UGT hayan adoptado una posición tan poco coherente con sus planteamientos, como es la de apoyar un proceso que fractura del conjunto de la población española y, por lo tanto, también a la clase trabajadora en España, entre los que se quedarían de este lado de la frontera y los que se quedarían en el otro lado. No le acabo de ver ningún sentido desde el punto de vista de las reivindicaciones de un sindicato. Pero son ellos quienes lo tienen que valorar si responde o no responde, y no solamente ellos sino también los sindicatos a nivel estatal, porque no hay que perder de vista que estas organizaciones no son de ámbito estrictamente catalán, se enmarcan en el conjunto de España. Esperemos que la reflexión les permita ver que lo mejor para los trabajadores no es la independencia, ni muchísimo menos.
Defina en una frase cómo cree que recordará la historia a Artur Mas.
Intento colocarme dentro de cien años, para ver como se le recordará. Creo que en los libros de historia, al nivel del detalle en el que espero que esté, se le recordará como un político con un planteamiento absolutamente ilusorio, que durante unos meses consiguió convencer a una parte de la población de algo que era irrealizable.