Política

“Si viniera un observador a Cataluña, creería que es Guinea”

Cree que hay una escenificación detrás de todo el proceso que no es verosímil y concluye que no habrá ninguna consulta: “Llevan días escenificando para que no se diga que no han ido hasta el final, pero saben que no habrá consulta”.

8 octubre, 2014 10:37

Joaquim Brugué, el miembro que dimitió de la Comisión de Control de la consulta del 9 de noviembre por considerar que esta no cumplía con “las garantías democráticas” necesarias, ha expresado ahora en una entrevista telefónica en El País, que “las cosas se están haciendo tan mal que si viniera un observador a Cataluña, creería que es Guinea”.

El profesor ha asegurado haber sufrido un “linchamiento” en las redes sociales donde ha sido acusado de “traidor” y “botifler”.

Él ha respondido también a través de su cuenta de Twitter que “una sociedad cruza una frontera cuando considera que el fin legitima los medios”.

Brugué confirma de nuevo que el modo en como se está gestionando el proceso por parte de los partidos soberanistas y las instituciones catalanas dista mucho de una votación plenamente democrática: “La democracia requiere unas reglas claras y transparentes”.

Por otra parte cree que hay una escenificación detrás de todo el proceso que no es verosímil y concluye que no habrá ninguna consulta: “Llevan días escenificando para que no se diga que no han ido hasta el final, pero saben que no habrá consulta”.

Falta de pluralidad

Una de las carencias para que se pueda hacer una consulta con los mínimos exigidos en cualquier país democrático es la falta de pluralidad de información y de opiniones.

“No se está haciendo una campaña informativa para explicar todas las opciones y da la sensación de que lo importante no es poder votar, sino lograr la independencia”, explica el profesor.

Firme defensor del ‘derecho a decidir’

Joaquim Brugué es un defensor del ‘derecho a decidir’ y profesor especialista en políticas participativas y sistemas de democracia deliberativa.

Sin embargo, señala que la gestión del proceso perjudica gravemente el derecho a decidir de los catalanes. Y concluye que pensaba “que seríamos escrupulosos en la pluralidad democrática y no se traspasarían algunas líneas rojas”.