Año cero, día uno. En algunos domicilios catalanes se oyen los taponazos de la sidra El Gaitero que reposaba en la fresquera para el día en el que se acabara el pujolismo. Son muy pocos, sólo los más optimistas, quienes creen que la confesión del patriarca es el principio del fin del sistema de creencias del nacionalismo y la desespañolización artificial. Pretenden que la cara de preferentistas que se les ha quedado a los partidarios del "España nos roba", el "sí, sí" y la mandanga del derecho a decidir mutará en mutis por el foro.
Todos los periódicos recogen la homilía de Mas, que enterró con honores a su "padre político" y juró sobre los restos aún calientes del legado político de un "ciudadano como cualquiera" (llamar ciudadano a Pujol es una exageración y una ofensa para los ciudadanos) que la "hoja de ruta continúa". Florecen entre tanto nuevas líneas de investigación y el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz formula un calendario que promete emociones fuertes. Cuatro días después de la Diada ha citado al primogénito y ex señora. El magistrado tiene en cuenta el documento de folio y medio de Pujol y en El Mundo afloran nuevos detalles sobre comisiones escandalosas y fantásticos pelotazos de Jordi Pujol Jr, un genio de las finanzas. Es un texto de Eduardo Inda y Esteban Urreiztieta sobre una mordida en México de 9,7 millones de dólares.
Ruz parece tener más capacidad de trabajo y talento que Garzón, puesto que al tiempo que empapela a los Pujol y lanza comisiones rogatorias por todos los paraísos fiscales conocidos, imputa a 45 individuos de la red Gürtel, la del enriquecimiento de altos cargos del PP. El efecto de la corrupción puede ser efímero y puede ser letal, puede ser como el anuncio de Bruce Lee, be water, my friend. De ahí que los pesimistas y los realistas, que forman una mayoría de dos tercios, apunten al mantenimiento del silencio colectivo, la sordera general y la ceguera absoluta de las masas del proceso en el caso catalán.
La consigna es "Cataluña somos todos", descubrimiento de Mas que fue la última paletada (de echar tierra) sobre el féretro con los restos políticos de Pujol. "Españoles, Franco ha muerto" decía Mas de pie y en color, con una senyera al fondo y Quico Homs mirándoselo como quien asiste al paso del cometa Halley. Un momento histórico, el hundimiento, los días finales del régimen, la caída del pujolismo.
Pero aún quedan fieles e irreductibles. Francesc Marc Álvaro, en La Vanguardia, titula su colaboración "De tótem a pararrayos" y sostiene: "Se construyó obstinadamente, desde muy joven, para salvar Catalunya y, finalmente, debe salvar a su familia. Jordi Pujol aceptó, con honor, la prisión para denunciar al régimen franquista y ahora se inmola, en medio de la vergüenza, para intentar que algunos de sus hijos no acaben entre rejas. He ahí la terrible y paradójica fábula de Jordi Pujol, el político catalán más importante del siglo XX, una figura que cae estrepitosamente del pedestal después de declarar, el viernes pasado, que durante más de tres décadas ha tenido dinero negro en bancos de Andorra. Él decía que su pasión es el país pero, a la hora de la verdad, su gran pasión ha sido la familia, rotundamente. La familia ha pasado por delante de todo, también de su obra política, importantísima. Para tratar de proteger a su esposa y a sus hijos, el que fue president de la Generalitat y líder del nacionalismo catalán revienta su personaje histórico, asume su muerte civil, resquebraja su legado, hiere a su partido y echa toneladas de desconfianza sobre la sociedad catalana. De tótem de la nación, Pujol pasa a ser pararrayos de la familia. En medio de una tormenta política sin precedentes".
En el mismo diario del conde de Godó, en el que el tema Pujol es tendencia desde hace un par de días, Pilar Rahola ya reorienta las antenas. Aseguran que le ha pedido perdón a Pedro J. vía Twitter. Hoy prosigue su ajuste de cuentas con el marido infiel de Cataluña y se pone en suerte de ser tentada por algún diario de la caverna. De seguir con el flagelo ajeno (ella ya se olía la tostada) puede acabar escribiendo terceras en el Abc. Escribe hoy, de momento en La Vanguardia: "Y es ahora cuando vuelve la pregunta de manera descarnada: ¿qué será CDC después de Pujol? Personalmente creo que lo tiene crudo, porque la bomba de Pujol ha sido una implosión que difícilmente permitirá recomponer los trozos que han estallado en todas direcciones. Y si añadimos el hecho de que el mapa político catalán está en plena reinvención, y que se han movido los espacios, cabe concluir que el futuro de Convergència es, posiblemente, el de morir para volver a nacer con otras siglas y renovados parámetros. De hecho, es lo que intenta Duran con su propio espacio. Sobra decir, además, que la situación actual de Catalunya, añadida al reto de la consulta, facilita el necesario proceso del ave fénix. En cualquier caso, o se refunda en una opción soberanista más amplia o es posible que pierda su papel central. Lo que ha pasado no dejará indemne al partido, y difícilmente CDC podrá dirigir el proceso nacional y al mismo tiempo llevar las miserias del pujolismo en la mochila. Pujol se fusionó tanto con Catalunya y con sus derechos que no basta con hacer colada, hay que estrenar sábanas nuevas. Y será Artur Mas quien tendrá que liderar esta refundación del espacio. Es decir, por si no tenía bastante, le ha salido más trabajo al muy honorable".
El escándalo es monumental, hasta el punto de que David González, sin salir del diario de Godó, crisol de todas las culturas periodísticas, estira de la cuerda familiar y el relato deja en una chiquillada los chanchullos de Millet y las trampas al consuegro con lo de la boda: "Pero, ¿de qué herencia hablas, Jordi?” La hermana del expresident de la Generalitat, Maria Pujol y Soley, y su esposo, el abogado e historiador de la economía Francesc Cabana i Vancells, no podían dar crédito, ningún crédito, a lo que estaban oyendo en su propia casa y en boca del hombre que dirigió los destinos de Catalunya durante 23 años. Era el mediodía del viernes 25 de julio, festividad de Santiago, cuando Jordi Pujol y Soley apareció en el domicilio de la familia Cabana-Pujol. Pocas horas después haría llegar a los diarios a través de sus abogados lo que, en esa visita, verbalizó ante Maria y Francesc, el comunicado, la bomba, con la que ha acabado inmolándose política y moralmente quizás para siempre. Según les relató –como después hizo en esa confesión pública de dos folios–, su mujer, Marta Ferrusola, y sus hijos habían regularizado ante la Hacienda española una herencia recibida de su padre, Florenci Pujol Brugat, en 1980, depositada en Andorra durante los últimos 34 años. Una herencia que, pese a las tres amnistías fiscales decretadas por los gobiernos españoles desde entonces, no habían tenido tiempo –o no habían estimado oportuno– poner sobre la mesa del fisco. El problema añadido es que ese viernes fue la primera vez que su hermana, Maria, y su cuñado, Francesc, oyeron hablar de ese legado del avi Florenci. (...) Jordi Pujol ofreció “expiación” como corolario de su “confesión” pública mediante el comunicado del viernes. Un texto salpicado de lagunas e interrogantes que ha conmocionado a la sociedad y al partido que fundó hace 40 años. A sus amigos. A sus adversarios. Y posiblemente más que a nadie, a Maria y Francesc. Cuando se despidió de ellos en su domicilio, su hermana y su cuñado, a la postre, le brindaron “compasión”. Los Cabana-Pujol, profesan un cristianismo profundo. Sincero. Como el del expresident. “Jordi debe de haber cometido errores, pero sus sentimientos son reales y auténticos”. “Que Déu t’ajudi” (“Que Dios te ayude”), le desearon Maria y Francesc cuando, ese viernes de Santiago, Jordi se disponía a dejarles. “Ho necessitaré molt” (“Lo necesitaré mucho”) respondió el expresident en el adiós".
Aunque contraste con la versión de Mas de que se reunió con Pujol el lunes por la noche, al ex "molt honorable" se le ha localizado en una mansión de la Cerdaña francesa propiedad del hijo Josep. Es un casoplón, nada que ver con lo de Tarradellas en el exilio.
La referencia absoluta es Francesc de Carreras, que revela la sustancia de los últimos cuarenta años en un artículo de El País: "Hace algo más de una década, un conocido financiero catalán, recientemente fallecido, me espetó en el transcurso de una conversación: “Oye, es que estamos peor que en la época de Franco”. Muy sorprendido le respondí: “¡Venga, no exageres!”. Impasible, continuó: “A ver, ¿cuántos chistes sabes sobre Pujol, verdad que ninguno? Antes no parábamos de contar chistes contra Franco”. Recordé que era cierto. Y añadió: “¿Y sabes por qué ahora no se cuentan chistes contra Pujol? Porque si lo hiciéramos, él se enteraría enseguida y pasaríamos a figurar en su lista negra. Esta es una sociedad asustada, hay un miedo difuso a la Generalitat, es el inconveniente de tener un poder tan cercano”. Siempre he recordado esta anécdota y es oportuno contarla ahora. Naturalmente, lo que decía mi amigo respecto a la comparación con Franco era exagerado, pero en algo tenía razón: la cercanía del poder dificulta la crítica, obstaculiza los controles, fomenta el clientelismo y facilita la corrupción".
En el Abc se dice que el "clan Pujol" cobró doce millones en comisiones, en La Razón, que Pujol no comparecerá en el Parlamento autonómico por razones de salud y escribe Sabino Méndez, un lujo literario: "Hasta la fecha, en mi región de origen, si decías que el catalanismo ocultaba un fondo de codicia económica insolidaria eras mirada poco más o menos como un friki o un resentido". Eso mismo, en nuestra región si decías región eras acusado de charnego. No es probable que eso vaya a cambiar, salvo que el derribo de las estatuas de Pujol conlleve una causa general por la que declaren los del catalanismo transversal, la superioridad moral y lo de que todos los andaluces eran unos mantenidos.
El nuevo editorial conjunto de la prensa catalana, la trabazón que liga el ajoaceite es que Cataluña ya no es Pujol, sino todos los catalanes. Como Hacienda, que somos todos, menos Pujol. Es la tesis del Ara, de El Punt Avui y de los columnistas de La Vanguardia y El Periódico que aún se resisten a quitarse la venda y limpiarse los oidos.
Raúl del Pozo, en El Mundo, traza nuevas rutas de navegación en el proceso: ""Viene un cirio de cojones". Así resume un catalán lo que está ocurriendo y lo que puede ocurrir. Por fin, despiertan y descubren que les han estafado. Lo penúltimo: han robado un banco de mierda que nos va a costar más de 11.000 millones de euros y los responsables siguen tocando el piano. La tierra de paso, de acogida, de libertad, de ciudadanos emprendedores que dieron trabajo a la gente del éxodo, volverá a soportar las calumnias que se iniciaron en Dante («l'avara povertà di Catalogna») y culminan en Quevedo («ladrones a tres manos, aborto de la política»). Los nacionalistas describieron a los españoles como señoritos con bigote, cubiertos de montera o tricornio, rufianes del presupuesto, vagos e ignorantes, que bombardeaban las libertades catalanas. Hoy España y Cataluña son dos astros que se apagan, estamos empatados a tópicos y si no fuera por Europa, estaríamos en las barricadas".
Al monje shaolín que tenía un gimnasio en Bilbao, el asesino de mujeres, le han clavado un cepillo de dientes afilado en la cabeza. Se conoce que los monjes karatekas no son invencibles. Ya no se puede uno fiar ni de las apariencias.
30 de julio, reunión de Rajoy con Mas y San Pedro Crisólogo, San Senén y Santa Julita.