El expresidente autonómico balear Jaume Matas (PP) ya ha pasado su primera noche en prisión, después de que este lunes ingresara en la cárcel de Segovia para cumplir una condena de nueve meses, que recayó sobre él en la vista del 'caso Alemany', el primero de los juicios -tiene más pendientes- relacionados con el 'caso Palma Arena' a los que se enfrenta Matas.
Matas fue condenado a estos nueve meses de cárcel por tráfico de influencias, por pagar de forma irregular con fondos públicos a un periodista que redactaba sus discursos, Antonio Alemany.
La decisión de que Matas entrara en la cárcel la había tomado el miércoles anterior la Audiencia Provincial de Palma, al rechazar los dos escritos presentados por el expresidente autonómico, en los que solicitaba no ingresar en prisión por este caso.
Más cárcel en condenas cortas
En España, la ley permite evitar el ingreso en prisión en las penas inferiores a dos años -siempre que no haya antecedentes-, y esto ha sido prácticamente la norma en casi cualquier tipo de delitos hasta hace muy poco. Concretamente, hasta que el clima de indignación general contra la corrupción política -en tiempos de duros recortes presupuestarios y del estado del bienestar- ha hecho que los jueces se vuelvan mucho menos comprensivos con los corruptos condenados a penas leves, que están empezando a dormir entre rejas.
En paralelo, el Gobierno está mostrándose también menos pródigo a la hora de conceder indultos a políticos corruptos.
Un ejemplo reciente de ambos fenómenos es el 'caso Pallerols' -anteriormente más conocido como 'caso Trabajo'-, que se saldó con condenas leves -tras un acuerdo entre las partes- para los integrantes de la trama corrupta y de financiación ilegal de UDC que operó en los años 90 desde la Generalidad de Cataluña.
En este caso, la Audiencia de Barcelona ordenó el encarcelamiento de los principales condenados, y el Gobierno de Mariano Rajoy les denegó el indulto que habían solicitado.