Miguel Arias Cañete y Elena Valenciano

Miguel Arias Cañete y Elena Valenciano

Política

Una campaña envenenada

PP y PSOE apuestan por poner el ventilador en el cubo de basura para evitar responder a las acusaciones mutuas de supuestas irregularidades. Ambos conciben las elecciones europeas como una reválida a su gestión de gobierno u oposición, respectivamente. El posible fin del bipartidismo es otro riesgo al que se enfrentan.

11 mayo, 2014 05:22

Cuando en la medianoche del pasado jueves comenzó oficialmente la campaña de las elecciones europeas, hacía ya días que PP y PSOE habían sacado a pasear toda su artillería pesada, la habían dirigido un partido contra el otro y habían empezado a disparar. Pero no proyectiles ideológicos, cohetes de corto, medio o largo alcance cargados de propuestas para cambiar las políticas de recorte que la Unión Europea impone a sus estados miembros. No. La munición estaba compuesta básicamente por bombas fétidas en lo que parece una reedición de lujo de ese"y tú más" que no aclara ni ataja los casos de corrupción y, sin embargo, incrementa la desconfianza de los ciudadanos respecto a los políticos en general.

¿Quién empezó con esa estrategia? Uno y otro partido atribuye esa responsabilidad al contrario. Que si la publicación del presunto fraude en los cursos de formación en Andalucía se filtró desde el Ministerio de Interior para perjudicar al PSOE, que si los socialistas sacan ahora del "olvido" que el candidato del PP, Miguel Arias Cañete, no mencionó en su declaración de bienes la posible colisión de sus intereses empresariales y políticos, o la acusación a él y a la mismísima vicepresidenta del Gobierno, Soraya Saénz de Santamaría, de haber cobrado sobresueldos de su partido -sobresueldos reconocidos- gracias a la liquidez que lograba el con la caja B administrada por el extesorero Luis Bárcenas.

El caso es que la respuesta en privado a cada insinuación, a cada escándalo pequeño o grande, es un simple "estamos en campaña". Y así se atizan mutuamente y, de paso, cada uno esquiva la ocasión de dar explicaciones sobre las supuestas irregularidades.

Una reválida a la gestión de gobierno o de oposición

Ese grado de agresividad, esa decisión de volver a poner el ventilador en el cubo de la basura, es la muestra de lo mucho que se juegan los dos grandes partidos españoles en las elecciones del 25 de mayo. No solo por el legítimo interés en tener mayor presencia e influencia en el Parlamento Europeo, una institución que va a ganar en protagonismo en la próxima legislatura, sino porque ambos les va en esto su futuro electoral en España.

Al PP, porque sabe que una victoria, aunque sea por la mínima, revalidaría sus políticas de recortes tan contestadas socialmente y porque, al mismo tiempo, ese triunfo reforzaría la imagen del presidente Mariano Rajoy en su partido, que afronta dentro de un año unas elecciones autonómicas y municipales en las que se juegan los gobiernos de las comunidades valenciana y madrileña y la Alcaldía de Madrid.

Para el PSOE las elecciones son igualmente trascendentales. Sacar un voto más que el PP le podría devolver la energía que necesita para salir del bache y para afrontar con éxito la trascendental renovación de su liderazgo en las primarias para candidato a la presidencia del Gobierno, previstas para el mes de noviembre. Quedar por delante de los populares ayudaría a los socialistas a recuperar fuerza y ánimo también para volcarse en las elecciones municipales de mayo de 2015, en las que tiene la posibilidad de arrebatarle al PP las joyas de la corona valenciana y madrileñas y de recuperar alguna otra plaza perdida en 2011.

Cuando solo el 17% de los españoles dice saber cuándo son las elecciones europeas y el porcentaje de indecisos es muy elevado, el otro riesgo que intentan superar ambos partidos es ese tan cacareado fin del bipartidismo que auguran numerosas encuestas, aunque no, por cierto, la realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) esta misma semana. La desafección respecto a los grandes partidos es un hecho, pero con una abstención que se espera elevada, tampoco parece que los partidos pequeños -IU y UPyD- vayan a dar el sorpasso. A ellos también les han salido competidores que pueden quitarles votos decisivos.