Gabriel García Márquez, conocido familiarmente por Gabo está irremediablemente muerto. Pero, como le diría su colega Jorge Manrique (1440-1479), tiene la suerte de haber logrado un tipo de vida más bien eterna, consistente en la del prestigio y la dignidad profesionales.
Manrique lo expuso muy bien en las Coplas por la muerte de su padre, una de las grandes elegías de la historia de la humanidad. Pero, vaya, por desgracia, el recuerdo de Gabo tiene que asumir, negativamente, la mancha consistente en no haber denunciado al asesino y tirano Fidel Castro, a pesar de que me consta muy bien que conocía aquella doble condición de bestia asesina y tiránica. Al independentismo catalán también le pasará, como ya ha sucedido al castrismo, que el lirismo dejará de tapar la verdad pura y dura.
En todo caso, hay que confiar en que aquella mancha quedará enterrada bajo sus obvios valores literarios y también humanos. Quién esté libre de culpa que tire la primera piedra.
"Servicios mínimos" para Gabo
Aquí, la muerte de Gabo ha generado en la corte independentista lo que podemos denominar como unos "servicios mínimos". Es lógico: estamos enjaulados por un determinismo nacionalista escalofriante y de baja altura.
¿Quieres saber si una persona o una idea, un valor o un criterio es bueno y tiene que ser alabado, o bien execrado? Muy fácil: averigua dónde ha nacido o surgido. Si es catalán, es bueno. Si conviene a Mas, también. En cambio, es malo, si es foráneo o no puede ser usado instrumentalmente por el independentismo.
No es nada de nuevo. En el siglo pasado ya hubo la criba marxista-leninista y la fascista. Una era de argumentación digamos sociológica y la otra racista, así como, ambos, cínica y torpemente estatistas. Para ellos, las libertades y los derechos individuales eran lo mismo que los ajos y las cruces para los vampiros, según exponen las películas de terror.
Determinismo cultural y racismo
La gentuza estatista casera no puede esconder su racismo y su determinismo cultural, a la digamos Oswald Spengler (1880-1936), es decir, muy ridículo. Todo el mundo llega adonde puede.
Ahora bien, con ocasión de la muerte de Gabo, lo peor que ha hecho la Generalidad es volver a despreciar el rol cultural que desde hace decenios lleva a cabo Carme Balcells, la gran agente literaria y gran amiga de García Márquez.
La historia del desprecio pujolista por Carme Balcells requeriría una enciclopedia. Persona de una capacidad de trabajo y de gestión hercúleas, junto a un inmensa olfato literario, Balcells es quien ha puesto a Barcelona y a Cataluña en el mapa de la literatura contemporánea en general y la de América Latina en particular, sin olvidar la portuguesa.
Arte, industria y buena gestión
Como dijo Malraux del cine, la literatura y toda la cultura es un arte y una industria. Unir los dos aspectos puede ser muy complicado. Los creadores a menudo no están atraídos por los aspectos mercantiles y, por lo tanto, crematísticos de su trabajo. Carme Balcells aprendió este trabajo junto al escritor rumano exiliado Vintila Horia. Cuando este se fue a Paris continuó con el asunto. Fue ayudada por Carlos Barral. Creó una agencia literaria, que lleva su nombre, de importancia mundial. Gestiona muy bien los derechos de los autores que tiene como clientes. Ella y ellos ganan.
Su tarea en defensa de los derechos de los autores frente a los editores ha sido inmensa. Sus autores-clientes pasaron a ser amigos agradecidos. Entre ellos Manolo Vázquez Montalban y prácticamente todos los grandes escritores latinoamericanos de los años setenta. Podría explicar anécdotas acreditativas del respeto (o el miedo, por la buena defensa de "sus" autores) que Balcells ha sabido generar en el mundo editorial anglosajón.
El deseo de control cultural de Pujol
Por supuesto, su apertura al mundo no ligaba con la inmensa voluntad de control cultural que siempre ha caracterizado a Jordi Pujol y a todo el pujolismo. Una vez, cenando a solas con Pujol, cité de manera neutra el nombre de Balcells, que conozco desde hace muchos años. Era obligado, al ser yo representante aquí de dos grandes medios de comunicación norteamericanos, The New York Times y Associated Press. Pujol cambió de tema de conversación. Vi que la falta de simpatía era total.
Por eso Carme Balcells nunca recibió ninguna distinción por parte de la Generalidad pujolista, ni la recibirá por parte de Mas. Fue Pasqual Maragall quién le otorgó la Cruz de Sant Jordi y el Rey la Medalla de Oro de las Bellas artes. Son hechos conocidos pero que, vaya, se callan, como si negar una vergüenza ayudara a su superación. Es lo contrario lo que es cierto.
Balcells, desaparecida en combate
Si no se hubiera tapado la voluntad de Jordi Pujol y del pujolismo de enjaularnos cultural e intelectualmente, ahora no estaríamos como estamos. Confío en que sólo temporalmente, Pujol ganó. Por eso y como otros muchos, Carme Balcells ha sido lo que en inglés se llama una MIA ("Missing in Action", una "desaparecida en combate").
Lo ha sido, y ha permanecido ahora, en estos días, en la muerte de su amigo y cliente Gabo. Ciertamente, ha habido algunas alusiones a la persona de Balcells (la más amplia y justa, en el Diari de Girona). Pero cuanto más independentista ha sido el medio -y son mayoría- más se ha ignorado o marginado a Carme Balcells.
El Macondo catalán y su coronel
Aun así, el combate por la apertura de Cataluña en el mundo continúa. Balcells y otros muchos no queremos vivir en un Macondo, como diría Gabo, geográficamente europeo. Es un problema grave y real que no se puede tapar con las actuales y cínicas alusiones a exponer no sé muy bien qué sobre Cataluña en la opinión pública internacional.
Si las confusiones y las manipulaciones mataran, el pujolismo y el actual estatismo de campanario de Mas desaparecerían. De momento existen, causando una mezcla de asco y de risa. Ya puede Mas escribir cartas a dirigentes europeos, que él continúa siendo, como acredita la falta de contestas a aquellas cartas, un "coronel que no tiene quien le escriba", por decirlo usando el título de una gran novela de Gabo.