Carles Casajuana, ex embajador de España en el Reino Unido, en un artículo publicado este jueves en El País:
"[...] El Gobierno y la Generalidad son dos contendientes que se enfrentan con un brazo atado a la espalda. Conservan la capacidad de hacerse daño, pero sus posibilidades de doblegar al adversario son limitadas. Lejos de propiciar una solución, esto puede hacer que el pleito se prolongue. La pertenencia a la Unión no reducirá el sentir independentista de parte de los catalanes, ni la convicción de buena parte del resto de los españoles de que la Constitución no permite la secesión. El secesionismo se puede convertir en un foco de tensión crónico como el que enfrenta a Valonia y Flandes, un ni contigo ni sin ti susceptible de durar muchos años a menos que la voluntad de los ciudadanos incline la balanza claramente hacia uno u otro lado.
H. L. Mencken escribió que para cada problema complejo hay una solución clara, fácil y equivocada. Las soluciones fáciles y equivocadas no están hoy al alcance del Gobierno ni de la Generalidad. No hay atajos, ni para unos ni para otros. La intransigencia y el juego sucio se les pueden volver en contra. A ambos les interesa cargarse de razón y tratar de ganarse la voluntad de los ciudadanos y la comprensión de unas instancias europeas que, lo quieran o no, es muy fácil que acaben convirtiéndose en el árbitro del conflicto, sobre todo si no se abren pronto vías de diálogo y negociación. De hecho, de forma implícita estas instancias europeas ya actúan como un árbitro, al fijar el terreno y las reglas de juego y lanzar mensajes instando a las partes a negociar.
Tanto el Gobierno como los independentistas creen que este corsé europeo les favorece. El Gobierno, porque cree que Cataluña deberá abandonar la Unión si se independiza de España, sin ninguna posibilidad de reingresar a corto plazo, ni de seguir dentro del mercado único y de Schengen, ni de continuar utilizando el euro. Los independentistas, porque se sienten respaldados por un gran número de ciudadanos y creen que el Gobierno español, privado de la posibilidad de emplear medidas represivas, está poco menos que inerme y deberá plegarse a la voluntad de los catalanes. Todos ven a la Unión Europea como un aliado y como el arma que, en última instancia, les dará el triunfo.
En realidad, a quienes más nos favorecen estas reglas del juego es a los ciudadanos; no solo porque impiden regresiones y aventuras poco acordes con los tiempos que vivimos, sino porque incentivan el diálogo y nos aseguran que, pase lo que pase, tendremos la última palabra".