Con una lista de lujo, encabezada por la número dos del partido, Elena Valenciano, en tándem con el ex ministro de Presidencia, Ramón Jauregui, el PSOE se propone ganar las elecciones europeas, aunque sea por un voto. No para que el secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, salga reforzado y tome la decisión de concurrir a las primarias para candidato a la presidencia del Gobierno, sino para algo más importante, para devolver a los militantes y votantes socialistas la fuerza y la autoestima perdidas en los últimos años.
Recuperar el estado de ánimo les resulta fundamental para afrontar con energía y cohesión el proceso de elección interno de los candidatos -el de la Presidencia del Gobierno se hará incluso con la participación de los simpatizantes- y para acudir a las elecciones locales y autonómicas de mayo de 2015 en condiciones de recuperar parte del poder perdido. Algo que le resulta vital al PSOE, que en 2011 perdió prácticamente todo el poder que le quedaba, a excepción de los gobiernos autonómicos de Andalucía y Asturias, y de un puñado de ciudades.
Conviene recordar que son los propios dirigentes del PP, los que proclaman ahora la posibilidad de que el PSOE se haga, por ejemplo, con la Alcaldía de Madrid y con los gobiernos autonómicos de Madrid y la Comunidad Valenciana, las joyas de la corona populares.
Un test en clave doméstica para PP y PSOE
Así que el primer round de este combate se va a dar en las elecciones europeas del próximo mes de mayo, porque aunque los ciudadanos las vayan a utilizar, como en ocasiones anteriores, para propinar a los dos grandes partidos -los dos que han gobernado en la crisis- un castigo que consideran gratuito, de Europa dependen las principales políticas de austeridad que se han aplicado en España y que han empobrecido el país y a la mayoría de sus habitantes y en estas elecciones europeas están en juego muchas cosas. Qué va a pasar con el futuro de Europa, sin duda, pero también otras más domésticas.
Por ejemplo, si se marcará, como auguran los sondeos, el inicio del fin del bipartidismo o si se producirá la prevalencia de alguno de los dos grandes partidos sobre el otro. Es decir, que se medirán las expectativas de futuro de las candidaturas de IU, UPyD, Movimiento Ciudadano y otras, aunque no es fácil que se produzca sorpasso alguno sobre los grandes partidos.
Sin embargo, para PP y PSOE quedar por delante de su rival directo se presenta como un objetivo vital. Y por razones parecidas. Porque el PP necesita el refrendo a sus políticas de recorte económico, social y de derechos, y pensar que pueden revalidar mayoría en las generales de 2015, y porque los socialistas necesitan la fuerza que les daría una victoria, aunque fuera por los pelos, para remontar sus expectativas de futuro y acudir las siguientes citas electorales en condiciones sino de ganar, al menos de pactar gobiernos.
Lejos de ser unas elecciones de segunda
Las europeas no son unas elecciones de segunda, como pretenden algunos. Porque en ellas se juega qué Europa se irá construyendo y porque en estos comicios los partidos pueden obtener el oxígeno necesario para afrontar su propio futuro.
Así que intepretar, como han hecho algunos medios y algunos analistas, la candidatura de Valenciano en la clave de los movimientos internos por el liderazgo del PSOE es caer en un reduccionismo sin sentido. Porque más allá de quien sea finalmente el candidato socialista a las elecciones generales -que se decidirá en noviembre- un buen resultado reforzará a todo el partido.
Más aún, cuando en el entorno de Rubalcaba se insiste en que aún no ha decidido qué hará en las primarias, pero se duda mucho de que vaya a dar batalla por el liderazgo. Algunos socialistas opinan incluso que si el secretario general del PSOE ha dejado que su número dos encabece la lista europea no es solo porque piense que es la mejor candidata sino también porque entiende que su etapa al frente del partido está acercándose al final.