Política
"El único diálogo que quiere en este minuto histórico el secesionismo catalán es sobre un referéndum soberanista, para ganarlo y negociar luego la marcha de Cataluña de España y constituir un Estado. Y para conseguirlo tienen que crear -y ya lo están haciendo- un grave problema que trascienda a España y sea europeo. Un problema de perfiles pasivamente insurreccionales que, efectivamente, 'aterre' a la UE"
José Antonio Zarzalejos, periodista, ex director de Abc, en un artículo publicado este martes en El Confidencial:
"[...] No hay diálogo fructífero posible porque, como quedó demostrado en el debate en la noche del pasado domingo, Mas no pretende tanto un nuevo encaje de Cataluña en el conjunto de España, sino una fuga del pacto constitucional de 1978 y la conformación de un sujeto político soberano con propósito de estatalidad. A las ofertas de diálogo que puso encima de la mesa González, Mas respondió con la persistencia en la consulta. La llamada 'tercera vía' es abiertamente despreciada por el secesionismo catalán, que quiere una consulta (a veces habla de referéndum) para señalar una muesca en la historia de Cataluña y, al menos, dejar sentado un precedente. Mas -como declaró a La Vanguardia del mismo domingo- dice no querer 'un choque de trenes', advirtiendo, sin embargo, de que 'no podemos quedarnos en vía muerta'.
[...] Así los derroteros de este delicado asunto apuntan hacia el planteamiento pacífico, pero pasivamente insurreccional. Mas sabe a ciencia cierta que no se aceptará la delegación de facultades para convocar una consulta y que el Gobierno impugnará una convocatoria al amparo de una ley catalana y es consciente, por lo tanto, de que el día 10 de noviembre -como confesaba privadamente un catalán apostado en una inmejorable atalaya de observación-, es decir, el día después de la no consulta, es muy posible que la Assemblea Nacional Catalana (ANC) -con decenas de miles de militantes y un millón de censados- ponga en las calles de Barcelona a tantos ciudadanos cuantos desee en una demostración de fuerza resistente tan contundente como lo fueron las Diadas de 2012 y 2013 y, como lo será, más aún, la de este año 2014.
Cuando cientos de miles de catalanes, convocados por la ANC y ERC -ambos vienen advirtiendo de la verosimilitud de este escenario-, se aposenten en la plaza Cataluña -remedando una plaza Tahrir cairota, con todas las distancias que haya que salvar en la comparación- los 'aterrados' países de la UE a los que se refirió tan plásticamente Felipe González requerirán a la Generalidad, sí, pero a la Moncloa, también, para que lleguen a un acuerdo y no planteen a la Unión Europea un foco de inestabilidad en la cuarta economía de la Eurozona.
Y ahí, a esta reacción de 'terror' internacional, quieren llegar los secesionistas catalanes, que vieron confirmada la sospecha de que sus planes inquietan en el Viejo Continente en las palabras del ex presidente socialista. Mas ya subrayó en La Vanguardia del domingo que 'de Europa recibimos comprensión, respeto o frialdad, no rechazo explícito, hasta ahora'. Curiosamente -sin que parezcan darse cuenta ni populares ni socialistas-, la vertiente internacional de Catalonia calling, es decir, del plan secesionista, lejos de constituir un obstáculo se configura mucho más como una oportunidad. Porque el arbitraje situaría a Cataluña en términos de bilateralidad con España -la dicotomía estaría conseguida- y algo se sacaría de ella si los poderes de la Unión instaran a un acuerdo.
Mas -que apareció hermético y distante, frente al énfasis y la emocionalidad de González- había declarado a La Vanguardia horas antes del diálogo televisivo que 'a partir del 9 de noviembre se deberán tomar muchas decisiones'. Esta es una partida en la que el president ya ha dicho que la historia de Cataluña -la cesión pragmática, la negociación de tangibles- no se va a repetir y, mucho menos, se 'hará el ridículo', quizás recordando a Macià en 1931 y a Companys y su seis de octubre de 1934. El 'plan B' de Mas no es el que mi apreciado colega, Jordi Barbeta, ha descrito ('evitar el choque de trenes con una encuesta de opinión llevada a las urnas'), sino otro bien distinto: jugar al todo o nada. Y hacerlo, primero, porque quiere, y, segundo, porque el cuadro de mandos de Cataluña lo comparte con instancias de poder que no están en la Generalidad, sino fuera del Gobierno (ERC) o en la calle (ANC).
El único diálogo que quiere en este minuto histórico el secesionismo catalán es sobre un referéndum soberanista, para ganarlo y negociar luego la marcha de Cataluña de España y constituir un Estado. Será aparentemente imposible; escasamente verosímil; arriesgado o excéntrico; divisor dentro y fuera de Cataluña... será todo eso. Pero exactamente eso, y no otra cosa, quieren Mas y sus aliados. Y para conseguirlo tienen que crear -y ya lo están haciendo- un grave problema que trascienda a España y sea europeo. Un problema de perfiles pasivamente insurreccionales que, efectivamente, 'aterre' a la UE, como reconoció González que comienza ya a suceder. Es de suponer que Rajoy esté al tanto de lo que verdaderamente ocurre en Cataluña".