Mossos d'Esquadra, TV3, Catalunya Ràdio, sanidad, educación, cultura, apertura al mundo, son grandes temas que fueron presentados como paradigmas de la bondad del autogobierno catalán.

Recordarlo lleva a constatar que hoy todos aquellos grandes puntos encarnan fracasos, por razones intrínsecas a cada uno de ellos, y otras de generales de la politiquería catalana. Son una asignatura pendiente y decisiva. Analizarlo es imprescindible para salir del pozo donde estamos. Nos llevaría a plantear una pregunta capital: ¿hay que permitir que los fracasados en las grandes oportunidades autonómicas jueguen a crear un nuevo Estado-nación, modelo ya fracasado en todas partes?

No he citado a la Universidad Pompeu Fabra, niña de los ojos de Pujol y de Mas-Colell no porque viva en la inopia (escribí los únicos artículos críticos aparecidos) sino porque es un tema más puntual. En cambio, por un tema demasiado amplio, no aludo genéricamente al funcionariado, ni al hecho de no haber evitado el amiguismo y el clientelismo, ni haber instaurado la formación continuada. La dimensión de la tragedia es inmensa. Todo el mundo lo sabe o lo intuye, pero lo calla.

Sueño loco de un "seis de octubre"

Si la actual Generalidad jugara de verdad a provocar otro "seis de octubre", se vería que su entorno -y en especial los Mossos- la defendería todavía menos de lo que lo hizo en 1934. En efecto, no tienen nada que agradecer. Nunca ningún mosso me ha insinuado lo contrario. Se les formó mal pero no viven en la inopia.

La cúpula de la Generalidad ha despreciado el valor ejemplar y cohesionador que hubieran tenido unas buenas instituciones. Ahora, sus políticos no se esfuerzan en hacer algo bien, sino en destruir. Está clara en la sanidad y en TV3.

No quieren intermediarios institucionales sino criados serviles. Ellos ya se comunican directamente con su falso Dios-Estado imaginado. No le irá bien, de lo contrario, sería un nuevo Leviatan bíblico.

Corsarios como aparato de propaganda

Han preferido pagar un aparato de propaganda, a menudo formado por corsarios incultos, disfrazados de profesionales de la cultura, o de la comunicación. Han hundido la creatividad, así como la libertad cultural e informativa. Todo el mundo lo puede constatar por sí mismo. En internet se encuentran los casos más clínicos.

Inicialmente, y en relación a la creación del marco real de la Generalidad, se podía citar un conocido verso, a pesar de ser objetivamente irreal, de Miquel Martí Pol: "Todo está por hacer y todo es posible". Ahora ya no. Se ha derribado y arrasado incluso lo que fue posible, como la sanidad. Para los responsables, básicamente Pujol, Mas y los suyos, procede parafrasear más bien a Joan Maragall: "Es la hora del temor".

Tienen miedo de que se vea su balance real en todo aquello que hubiera tenido que ser "un trabajo bien hecho", como decían los novecentistas, y no lo ha sido. De aquí el uso como mampara permanente de "Madrit" y de la estelada, incluso la de la estrella roja deliberada y conscientemente calcada de la que el Ejército Rojo soviético impuso en el Este de Europa. Ya son ganas.

De presunto éxito a fracaso patente

Aquel paquete, citado al inicio del artículo, tenía que ser un éxito ejemplar y podía serlo. Ha resultado ser un conjunto espectacular de fracasos de todos los gobiernos de la Generalidad, con los matices y el grado de responsabilidad que se quiera. Deja boquiabierto que sobre este desbarajuste sus responsables quieran crear un Estado-nación.

Los grandes temas mencionados requerían buenos enfoques específicos. Estos han faltado, en el sentido de que los políticos los han visto como meros instrumentos para mantenerse en el poder, o lograrlo.

Nunca desde la Generalidad se ha intentado crear una cultura interna, como la tienen tantos entes y cuerpos del Estado y de todos los estados.

Errores al escoger modelos

Hay infinidad de instituciones por todas partes, desde la BBC al Tribunal de Cuentas francés, o la criticable, pero cívicamente potente, Escuela Nacional de la Administración (ENE) de Paris. Aquí cuando se han escogido modelos concretos de entes, a menudo a CDC le han patinado las meninges.

En sanidad, ay Dios mío, se quiso cómo modelos el holding Innova, el de Josep Prat, que tanto trabajo da a tres jurisdicciones (la penal territorial, el Tribunal de Cuentas y la OLAF de la Unión Europea) y el Hospital Clínico de Josep Maria Piqué. Como este último confunde modelos y situaciones, procede escribir "no comment".

En todo el mundo, hay entes y estamentos institucionales al servicio del interés general. Aquí tenemos propagandistas, mejor pagados que nadie en cualquier lugar, como Pilar Rahola, Josep Cuní y Mònica Terribas. Mientras lo escribo se me escapa la risa, si bien tendría que llorar.

Pequeñez e incapacidad de los partidos

Todo se ha descarriado por la pequeñez y la incapacidad de los partidos, con sus inmensas ganas de controlarlo todo, así como su voluntad de obrar en función de sus intereses a corto plazo. Aquí, los grandes temas y los grandes entes (cómo ha sido hasta ahora el Instituto Catalán de la Salud) definidores, a nivel material, de una sociedad, son un conjunto de desastres por voluntad deliberada de la Generalidad.

Una sucesión de vuelos gallináceos ha acabado con la pérdida de ánimos y de oportunidades. Quizás nunca más volveremos a tener la suerte de poder construir un buen edificio autonómico catalán, al servicio de todos nosotros, no de los osados de guardia. Generalmente, son unos burros hambrientos de poder, de coche oficial y de colocar al pariente, como hizo con su mujer el rey del cinismo, Boi Ruiz.

Con la construcción del marco autonómico tuvimos la posibilidad de labrar, sembrar y finalmente cosechar en una Cataluña entonces ávida de modernidad. Ahora está llena de escombros y se ha vuelto baldía. Se entiende que la ciudadanía tenga más resignación que ánimo. Las esperanzas fallidas se convierten en losas.

Control social y ausencia de un norte compartido

Artur Mas y lo suyos, que se presentaban como "los mejores", han acabado siendo "los peores" en temas clave. Jordi Pujol fue el primer gran responsable de los pésimos fundamentos de cada uno de los elementos de aquel conjunto. Hoy son, en parte o en todo (caso de TV3), montajes nefastos, caros, malos y a menudo negativos.

Características comunes son la ausencia de un norte, ser muy verticales y nada participativos, clánicos, de mera búsqueda del control social, opacos y sin un espíritu de empresa o, para decirlo de otro modo, de finalidad institucional, de servicio público.

Son instrumentos partidistas. TV3, la TV política catalana, de CDC, es una hermana gemela de la valenciana, la del PP de allí. Aquí a la ceguera partidista propia se denomina patriotismo y a la de allí maldad.

De la esperanza, a la imposibilidad de reforma

En los primeros años de la Generalidad, aquel conjunto de grandes temas, mencionados al inicio del artículo, tenía el viento de popa. Comparados con sus equivalentes del conjunto de España se beneficiaban de la innegable ventaja de poder ser organizaciones modernas en el sentido cronológico y también conceptual.

Hoy y aquí tenemos anacronismos, caricaturas de pasados reaccionarios (el derecho a la salud, condenado pública e impunemente por Boi Ruiz) y autoritarios, con la comunicación audiovisual usada como un poder del Gobierno autonómico.

Entre 1962 y 1964, cuando era ministro de Información, Alain Peyrefitte (1925-1999) se hacía traer por un motorista la escaleta de los temas de cada noticiario de TV, entonces toda ella pública, en Francia. Ahora y aquí, hacer lo mismo resulta más cómodo, gracias a internet. En cuanto a la sanidad hemos retrocedido a antes de 1942, en que el admirado Lord Beveridge, un liberal británico, hizo público el informe constituyente del Estado del bienestar y después del Servicio Nacional de Salud (NHS).

Grandes temas, grandes fracasos

Aquí, los grandes temas citados al inicio, en los cuales la Generalidad tiene competencias exclusivas o inmensas fueron presentados como los elementos que serían decisivos para demostrar la eficacia y la modernidad del autogobierno catalán.

Han sido todo lo contrario, en un grado tan grande que no he podido encontrar, en ninguon de aquellos temas, elementos de esperanza, a pesar de haber hablado con un montón de personas que participaron en el nacimiento de los entes o consejerías que tenían que garantizar grandes y modernos derechos. A algunos les tomaron el pelo. Respecto a la realidad fáctica actual, es muy fácil poner en la cola del ranking español a TV3, la sanidad y los Mossos.

Todos los casos son iguales y diferentes. De la sanidad pública he escrito mucho. No hay por donde cogerla, como acredita el reciente proyecto de presupuesto. Ya escribiré más de TV3.

Los Mossos y el destrozo de la seguridad pública

Hoy hay que empezar por los Mossos d'Esquadra porque están de mucha de actualidad. En este medio, he escrito menos que de otros temas. Ahora bien, en 2007, en el Diari de Girona escribí una serie de catorce artículos, con el título genérico y promonitorio de "El desastre de la seguridad pública". Hoy la seguridad es mucho más desastre. Aconsejo leer aquellos artículos. Me reafirmo en todo.

Hace seis años, quizás tenía un cierto mérito exponer lo que nadie había osado escribir. Los catorce artículos fueron muy difundidos en aquel cuerpo. Dos redes en internet de Mossos de base los difundían a primera hora del día en que aparecían. No tuve ninguna queja ni ninguna réplica, sino elogios, desde la base, que no olvido ni olvidaré. Como siempre, tampoco tuvieron ningún eco político.

Creo haber dejado claro que en los Mossos nunca hubo una cultura de la organización presentable y explicitada, mientras dos antiguos dirigentes del PSUC, nada reciclados, sino enrocados (Àngel Abad y Jesús Maria Rodés) jugaron un papel clave (sobre todo Abad) mucho y muy nefasto.

Lío interno en los Mossos

Los hijos suelen pagar por los pecados de los padres. O quedarse jorobados, dice un adagio. Ahora los Mossos están en manos de un lío corporativo interno, del cual podría dar nombres y apellidos. Pero no vale la pena. Si no existiera este clan, surgiría otro, como suele pasar en todos los entes que he citado al inicio del artículo. Los que quieren mandar de manera omnímoda y arbitraria, desde la Presidencia de la Generalidad, acaban no mandando en nada.

Primero Pujol y después Mas no han tenido ningún interés específico respecto a los Mossos. En los artículos citados, explico como tuve cenas a solas con Pujol sobre el tema de los Mossos, como puedo acreditar. Él quería hablarme sólo de la seguridad, un tema que realmente no le hacía ninguna gracia, sino que temía. Una prueba es que ni aludió a ello en el discurso de su primera investidura, pocos días después.

Recordaba el mal precedente que la seguridad resultó ser, en su conjunto, durante la Segunda República, a pesar de la figura de Frederic Escofet (1898-1987) a quién conocí muy bien, porque me lo presentó Josep Tarradellas, cuando todavía estaba exiliado. No hablo de oído ni nunca digo nada que no sepa, más bien el contrario, soy prudente.

El "sistema de despojos"

Tanto Pujol cómo Mas no han sido ni son capaces de entender la necesidad de crear, en los ámbitos grandes y delicados, como los Mossos, culturas internas, asumidas a todos los niveles, basadas en principios democráticos. De hecho ni lo conciben. Ellos son hombres de poder en un país basado en el "sistema de despojos" (el maldito "spoils system"). Por lo tanto creen en el verticalismo y no toleran limitaciones en el perímetro de su arbitrio. Podría citar discursos de uno y otro donde ellos mismos se retratan.

Por lo tanto, una policía, como un ejército, sin unos valores compartidos, pueden ser muy peligrosos, y en todo caso ingobernables, imprevisibles y preocupantes. Lo mismo se puede decir de todo ente importante. Detecté la ausencia de este requisito en Jordi Pujol, cuando era "el amo" efectivo, de todo y para todo, de Banca Catalana.

Lo expuse al detalle, como ya he explicado alguna vez, a su padre, Florenci Pujol, cuando él me contactó porque, ay, quería que le explicara cómo iba aquel banco (del que él era formalmente el principal accionista) dado que creía (creo que justamente) que su hijo, ya presidente de la Generalidad, no le informaba.

Lógicamente, surgieron clanes

Un personaje como Jordi Pujol no puede concebir o admitir una política de gestión transparente y que busque una asunción general. Lo confundiría con la barbaridad del "socialismo autogestionario", a pesar de que él mantuvo contactos continuados con el dictador yugoslavo Tito, a través de su entonces secretario político, y amigo mío, Joan García Grau, que viajó varias veces a Yugoslavia cosa entonces digna de un 007. Hacía falta un "documento de viaje" yugoslavo . Pujol ni cita a Tito en su parodia de memorias.

En los Mossos, y en todos los grandes temas competencia de la Generalidad, la culpa principal no es de los clanes, sino del vacío conceptual que siempre ha preferido CiU, creyente de que así nada se le escaparía de las manos.

La responsabilidad recae en CiU por ser literalmente incapaz de crear una cultura institucional, y después organizativa en nada, ignorando que en política, y en todos los poderes, los vacíos se llenan de cualquier manera, llegando a imperar aquello que quizás no querías. Ahora bien, tampoco hay que olvidar la responsabilidad del PSC, al confiar los Mossos a Iniciativa y TV3 a ERC. Caramba, qué patinazo. Respecto a TV3. el tripartito no tenía ningún candidato mínimamente presentable. Pero en cuanto a los Mossos, el ingeniero Joan Torres era excelente y con experiencia en seguridad ciudadana.

Una Generalidad de "tontos útiles"

Los máximos dirigentes de la Generalidad hicieron de "tontos útiles", como decía Lenin, porque de seguridad no entendían ni pizca, ni tenían capacidad para entender. En particular el propio Pujol, con quién cené en privado varias veces, apenas después de ganar, por primera vez, la Presidencia de la Generalidad, como explico con precisión en los artículos citados del Diari de Girona.

Los marxistas, de Karl Marx, de la primera etapa han sido sustituidos por marxistas de Groucho Marx. "Estos son mis principios, y si no os gustan tengo otros", dijo este.

Ahora el hijo más evidente del marxismo de Abad y de Rodés y del de Groucho Marx es el jefe de la policía municipal de Barcelona, Joan Delort.

"Cattocomunismo": De Iniciativa a Convergència

Cuando publiqué aquella serie en el Diari de Girona, había un consejero de Iniciativa, Joan Saura. Entonces, dirigentes de CiU me felicitaron por aquellos artículos. Pero ahora CiU ha empeorado todos los males que hace seis años yo denunciaba.

El colmo de la presa de pelo ha sido que Xavier Trias, hoy alcalde de CiU de Barcelona, designara a Joan Delort, entonces todopoderoso secretario de Seguridad Pública del tripartito y persona omnímoda en relación a los Mossos d'Esquadra, máximo responsable de la policía local y de los bomberos de Barcelona.

Delort es un antiguo fontanero que hizo toda su carrera a la sombra del desaparecido PSUC. Su militancia o simpatía comunista eran muy conocidas, así como los desastres de su gestión, expuestos en mis artículos en el Diari de Girona.

"Führerprinzip" y verticalismo

En uno de ellos hablaba ampliamente de lo que en Italia denominan "cattocomunismo". Fue una entente de hecho del sector más derechista de la democracia cristiana (el del nefasto Giulio Andreotti) y los comunistas. Aquí se dio entre el PSUC y Pujol. En ambos casos se quería ir contra los reformismos, tanto el de la derecha liberal como el de la socialdemocracia.

Esto ya no importa ahora, en que estamos en un mundo enloquecido por el verticalismo político y por el repugnante concepto del "Führerprinzip" asumido, ay Dios mío, por el poca cosa de Artur Mas.

En el caso de los Mossos, bien de actualidad, el jueves tiene que comparecer el consejero Espadaler en el Parlamento autonómico, se encuentra de todo, aliñado con otra característica. Es la de creer que la culpa es siempre de los otros, tontería que llega a tener caracteres paranoides.

Los Mossos, caso de actualidad

El último digamos revuelo de los Mossos, consiste en una muerte que no se tenía que producir y que se podía haber evitado. Antes había habido la pérdida de un ojo por parte de otra persona. En un drama anterior hubo la insólita pérdida del bazo por parte del jefe de policía de Barcelona y buen profesional, Xavier Vilaró. La lista completa sería larga.

Los Mossos de base están convencidos de que el cuerpo no funciona, no ha funcionado nunca, ni tiene posibilidades de funcionar si se mantienen enormes males originarios, que, mira por dónde, están creciendo. Es obvio que aquellos problemas puntuales o coyunturales denotan la existencia de carencias estructurales.

No se puede olvidar que ya hace años aparecieron, como mínimo en Puigcerdá (una ciudad muy catalanista) y en Gandesa pintadas significativas, en catalán: "Queremos que vuelva la Guardia Civil". Había que interpretarlo en clave anti-Mossos.

Problemas estructurales graves

Un ciego vería que los Mossos tienen problemas estructurales graves, desde su nacimiento, por no decir desde su encarnación anterior, en la República. La Generalidad, borracha de complacencia, y del sueño de poseer "estructuras de Estado", no lo puede admitir. Por lo tanto, lo niega o lo trivializa, a pesar de que la sucesión de digamos (injusta y púdicamente) "incidentes" supuestamente coyunturales revela que hay temas estructurales.

Ahora bien, en la cúpula de los Mossos no existe el concepto de largo plazo, ni el de refundación, ni la capacidad para replantear seriamente nada. Van tirando, tapando agujeros, trivializando y esperando a que las cosas se arreglen suelas, cuando siempre pasa lo contrario. Por sí solas, sólo se estropean, como sucede a TV3, como pasó a Banca Catalana, como en todo.

He usado la palabra "incidente" aludiendo a los grandes desastres de los Mossos con un cierto regusto histórico, por el "Incidente de Manchuria". En septiembre de 1931, fue cómo se denominó, por parte japonesa, al inicio de la cruenta guerra de Japón contra China. No se quiso ver el preludio en otras agresiones del militarismo japonés. Fue un error, como lo es ahora decir que en los Mossos no pasa nada.

Movimientos ridículos

Los movimientos en la cúpula de los Mossos dan risa. Así, todo el mundo sabe que el patético director general, Manel Prat es un mero infiltrado, por decirlo así, enviado por su amigo Artur Mas para saber qué diablos pasa en los Mossos.

Sólo ese trabajo ya supera a este chico que, como diría mi abuela, "con la cara paga". Se entiende que le acusen de todos los males: todo el mundo se atreve. Es como enviar a un niño a separar a dos, o más, judokas.

En cuanto al consejero Espadaler, parece que crea que, para él, lo mejor posible seria poder volver a casa sano y salvo. No está mal visto. Es realista. Es infrecuente donde se encuentra ser prudente y ponderado. El jueves comparece en el Parlamento autonómico.

Una cúpula interna

En cambio, la cúpula interna (repito: interna) que manda, es en parte visible y en parte no, niega que haya ningún error o maldad generalizada. Este clan manda más que nadie. Lo tiene que hacer sibilinamente, diciendo siempre amén, de boquilla. Son de CDC pero se formaron en los Mossos cuando dominaba el leninismo. Se pasan la vida cubriéndose y buscando enemigos exteriores, deporte hoy generalizado en la Generalidad, empezando por parte del propio Mas.

Muchas fuentes tienden a encontrar atenuantes en el actual consejero, Ramon Espadaler. Ciertamente no es el peor de una larga lista de consejeros poco presentables. Como malo, destacó Xavier Pomés, que después reafirmó su incapacidad como consejero de Sanidad, para continuar igual como presidente del Hospital de San Pablo, donde tuvo que dimitir, y continúa siendo un desastre como presidente del Hospital Clínico, donde parece que dimitirá pronto.

En los Mossos los males acaban teniendo nombres y apellidos. Tener capataces inútiles, elegidos por "amos" también inútiles, es un efecto que después se convierte en la causa de otros males. Lo capté hace muchos años, no en los Mossos, sino en Banca Catalana, de la que escribí y avancé hechos importantes. El drama de aquel banco no fue que fuera catalán, sino que fuera dirigido por Jordi Pujol, de lo contrario todavía existiría, como existe la muy catalana Caja de Pensiones.

La causa del mal causado

En efecto, la causa de la causa y, por lo tanto las causas de las causas y del mal causado ("causa causae, causa causarum", o "causa causae est causa causati", como decían los juristas romanos) es la mentalidad originaria e irreformable de Jordi Pujol, muy continuada por Artur Mas. Es la de ser y hacer de "amo" rural. Es el caciquismo apreciable en Tierra baja y en muchas obras literarias. Es una mentalidad que, desde el primer día ha impregnado todo lo que ha tocado, desde Banca Catalana, la Gran Enciclopèdia Catalana, CDC, la Generalidad y todas las que tendrían que haber sido las grandes creaciones concretas de esta, como las que he citado al inicio de este artículo.

Docenas de fracasos después, Mas sigue por el mismo camino. Implica elegir a todo el mundo en base a su fidelidad personal, no por su capacidad ni su conocimiento específico (fue así en todo el grupo Banca Catalana), no delegar nunca nada, meter la nariz y la zarpa por todas partes, no para marcar grandes líneas, sino para hacer de amo rural.

En los Mossos, esta forma de hacer es definida muy gráficamente por un miembro de aquel cuerpo: "Han chocado con la realidad". Me hizo recordar un adagio francés según el cual "echáis a la realidad y ella vuelve al galope". Cuando la realidad son temas complejos, con especificidades y lógicas internas, interconectadas con otras, no se puede aparecer con la mentalidad de en Sebastián, el personaje del amo en Tierra baja.