Boi Ruiz se reunirá mañana o pasado mañana, en una hora no precisada, para evitar concentraciones, con el patronato del Hospital Clínico de Barcelona (HCB). Quieren teatralizar todavía más un lío inmenso respecto a la formulación jurídica del centro. Son incapaces de exponer la verdad, porque es de pura locura y todavía más puro cinismo.
ERC teme que se la vea asumiendo una estructura organizativa privatizadora que es entre perversa y ridícula, cosa que le puede hacer perder expectativa de voto, como le ha pasado a CDC. Ahora bien, los beneficiarios de aquella peculiar organización interna del HCB, siempre amparada por CDC, no quieren dejar de ganar las fortunas que ahora ganan, sin ningún riesgo.
Recuerdan la frase hecha, tristemente y paradójicamente estatista, según la cual las pérdidas son públicas y las ganancias privadas. Viene a ser un sintomático adelanto del Estado-nación catalán que algunos quieren.
Ley de acompañamiento
Unos y otros han optado por resolverlo con la ley de acompañamiento del presupuesto, procedimiento legislativo opaco e impresentable. Será objeto de un trámite fugaz.
Si se aprueba, consagrará el destrozo de la salud pública. ERC habrá hecho demagogia progre para acabar imponiendo una regresión. Nada de nuevo, si bien en este caso habría ido por las bravas. Habrá que estar atento.
La mayoría de fuerzas políticas están calladas, en gran parte por pura ignorancia, a pesar de la importancia que el tema encarna respecto a la liquidación final de la sanidad pública. El HCB era la más vieja encarnación de esta, si bien en los últimos años ha pasado en parte a ser también una clínica de superlujo, la Barnaclínic.
Un camino privatizador
Todo ha estallado por mi artículo sobre el HCB. Era sólo, como decía Stendhal de la novela, "un espejo a lo largo de un camino". En el caso del HCB es un camino privatizador descaradamente inequitativo, insolente con el Estado del bienestar, un camino concertado hace años entre la Generalidad y la cúpula médica del centro, liderada por su director general, Josep Maria Piqué .
También lo encarna un sindicato de la casa, como dicen los franceses, de nombre Associació Professional del Comitè de Delegats Mèdics (APCDM). Por caminos nada admirables, reúne los 1.100 médicos del centro.
Este peculiar sindicato disfruta de un increíble convenio franja que, según su artículo primero, sólo regula las relaciones laborales entre el HCB "y el personal a su servicio que tenga la consideración de trabajador del estamento médico (u otros titulados superiores en el campo de la salud) y esté afiliado a la APCDM". No tienes unos derechos laborales si no estás afiliado a un sindicato muy singular.
Un sindicato con mucho poder interno
La APCDM constituye una importante estructura interna del poder. No hay que ser un gran jurista para captar que todo ello podría estar en contradicción con normas superiores que amparan la libertad sindical.
Algunos artículos, como el 12, de la Ley Orgánica de Libertad Sindical (1985) parecen pensados para evitar lo que se da en el HCB, sobre todo si se consideran increíbles prácticas concretas. En efecto, en la práctica este sindicato interno tiene un poder inmenso. Cuesta imaginar que pueda ser contratado un médico que no sea deseado por los poderes sindicales fácticos del centro.
El tema de Barnaclínic ya fue expuesto. En artículos precedentes, también expuse la voluntad de Piqué de atraer inversión extranjera, procedente de sociedades de capital riesgo árabes y también pacientes del Golfo Pérsico. No es nada que empezara ayer, sino que lleva años intentándose, parece que con poco éxito.
El convenio franja de los médicos de la APCDM establece un plus de dedicación que impide las actividades remuneradas de la profesión por cuenta propia o ajena, "salvo las derivadas de acuerdos subscritos por el hospital con otras entidades, especialmente las del mismo grupo y las derivadas del convenio con la Universidad de Barcelona". Por lo tanto, queda eliminada la docencia que no sea en aquel centro.
Piqué, egocentrismo debido al Clínico
La base de todo son los continuados juicios de valor de Piqué según los cuales el HCB es un centro superior a todos. Numerosos médicos me dicen que esto no es verdad, afirmando que si ellos tuvieran que ser intervenidos por alguna razón muy delicada preferirían hacerlo en el Hospital del Valle de Hebrón. En cambio, este gran hospital es objeto de comentarios desagradables e injustos por la cúpula de Boi Ruiz, acusado de haber sido creado por el Estado, al cual también perteneció el HCB.
Algunos médicos exponen la desconfianza que les inspira el egocentrismo de Piqué. Me explican el caso de la contratación del médico Paolo Macchiarini, en 2008, que critican mucho. Duró poco y después ha tenido serios problemas en Italia, donde fue detenido y objeto de muchas acusaciones.
Se puede encontrar mucha información en internet. Como esta del Corriere Fiorentino. No creo que nunca haya habido nada comparable en ningún hospital importante catalán. Quien sepa italiano podrá encontrar docenas de informaciones muy preocupantes. Nadie osaría contárselo a Piqué, que ciertamente ahora lo tiene que saber todo.
Llegó ERC y todo se esconde
De repente, la voluntad de ERC de no perder expectativa de voto ha llevado a este partido independentista a votar favorablemente una resolución del Parlamento autonómico afirmando que el HCB tiene que ser "un consorcio público".
Ahora bien, no se ve cómo podría ser posible considerar al HCB un "consorcio público" sin eliminar toda la concepción privatizadora, corporativa y de poder personal que la Generalidad, a través de un Piqué entusiasta, ha ido imponiendo en el centro.
Parecería una broma confiar a Piqué para dirigir un "consorcio público", cuando ha hecho todo lo que ha hecho para ir contra la estructura ya bien pública del HCB. ¿Se le tiene que permitir repetirlo?
La antítesis de un "consorcio público"
Serán capaces de definirlo como "consorcio público" y mantener una estructura que es una descarada antítesis, casi hasta el ridículo, superando en todo a los centros sencillamente privados, perfectamente legales y sobre todo sin el atrevimiento extremo y a menudo infantil que expresa Piqué.
Por poner un ejemplo, resulta que Piqué efectuó varias presentaciones con un texto donde se decía que la propiedad (pública al 100%) del HCB asumía, y por lo tanto, tendría que continuar asumiendo el adagio empresarial norteamericano (ahora en pérdida de pistonada) nose in, fingers out (la nariz dentro, los dedos fuera).
El adagio norteamericano hace sólo referencia a empresas privadas, dado que respecto a las instituciones hay criterios muy diferentes y muy severos. La diferencia entre perder dinero privado y propio o bien hacerlo en relación al dinero público es jurídicamente diferente en todo el mundo.
Capital público y dedos privados
Después de saber cómo Innova y en tantos otros escándalos sanitarios recientes ha habido dedos aparentemente interesados, habrá que ver cómo actúa ERC. ¿Aprobará ERC un "consorcio público" en el que el nombre no haría en absoluto la cosa, teniendo en cuenta la estructura ya existente en el Clínico, por obra y gracia de Piqué y Boi Ruiz, con el total apoyo de Artur Mas y Andreu Mas-Colell?
Precisamente la existencia de dedos de todo tipo en la liquidada sanidad catalana es un gran tema. Había que esperar y desear que las conclusiones de la comisión parlamentaria de investigación en sanidad pusieran de relevo una triste realidad de muchos dedos interesados y una nariz pública que si husmeó algo no fue para poner remedio.
Creo tener derecho a escribirlo porque precisamente pasado mañana hará dos años que empecé a poner de relieve quién era Josep Prat y qué era Innova. Nunca antes nadie había escrito ninguna crítica. Por ejemplo, no supo ver nada criticable Josep Maria Martí, ahora presidente del Colegio de Periodistas de Cataluña y durante muchos años director de Ràdio Reus.
Martí ahora es propietario de una espectacular casa, en una misma urbanización, junto a la fastuosa mansión del padre del inefable Conxorxi Hospitalario de Cataluña, Josep Abelló, antiguo alcalde socialista de Reus (todavía milita en el PSC), personaje con quien empezaron muchas cosas, que ciertamente no admiro lo más mínimo.
Una nota de suicidio
En vez de llegar a fondo en nada -a pesar de que hay tema para ello- la mencionada comisión ha hecho públicas unas conclusiones, grupo político por grupo político, que vienen a ser una larga nota de suicidio del Parlamento autonómico respecto a un tema tan capital como el sanitario.
No todos los miembros de la comisión son iguales. Muchos no entendían nada. Otros más, pero tampoco demasiado, excepto que más les valía proteger el tejado de vidrio común. El resultado ha sido horrible. Visto cómo ha ido todo, no creo que nadie pueda reclamar ninguna nueva comisión comparable durante muchos años.
Pero no pasa nada, Artur Mas continuará hablando de democracia y de que en esto somos modélicos. Su propia existencia demuestra todo lo contrario.