Schara-La Alemana tiene todo el derecho del mundo a producir donde le plazca. El líder en procesados cárnicos, sobre todo frankfurts y salchichas, puede elaborarlos donde quiera: de eso va la economía abierta y de mercado. Igualmente, goza de la mayor de las libertades para tomar las decisiones que crea convenientes con el fin de asegurar la viabilidad. Solo faltaría.

Ello no es óbice para constatar que la fuga de su brazo productivo de la Zona Franca de Barcelona es una pésima noticia para el tejido industrial catalán. Los expertos llevan años alertando de que la economía catalana precisa de un mayor peso de su sector industrial. Lo fabril, ahora abordado con la ayuda de la inteligencia artificial (IA) y la fabricación de componentes como microchips, es una aportación de primer orden, que maximiza la creación de riqueza y empleo en el territorio.

Por ello, Schara goza de absoluta libertad para producir donde le parezca, pero debe ser consciente de los efectos económicos y sociales de su decisión. Máxime cuando los expertos en industria agroalimentaria insisten en que producir en Alemania u otro país no resultará más competitivo que hacerlo en España. "Los costes laborales serán mayores, mientras que la materia prima será de la misma calidad que la que encontramos en, por ejemplo, Lleida", explicaba ayer un directivo del sector a este medio.

La empresa alerta de que este movimiento es parte de "un plan estratégico orientado a asegurar la viabilidad a largo plazo de la compañía". Seguro que será así. Pero lo cierto es que la fuga de Schara de la Zona Franca de Barcelona liquida un compromiso de 70 años con la economía regional.

Negro sobre blanco, la firma aspira ahora a seguir vendiendo sus suculentos productos --que lo son-- en Cataluña, pero deslocalizando la producción a otras latitudes. Aquí, quedarán los comerciales y poco más.

Se trata de un mazazo importante al sector vernáculo de los transformados alimentarios. Se debería pelear para, al menos, intentar retener la unidad productiva en Cataluña. Se sabe que Schara tiene terrenos, la fuerza laboral necesaria, la experiencia y el acceso al mercado local.

Es cuestión de voluntad. De lo contrario, se sentará un preocupante precedente.