“Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de miedos”, escribió Italo Calvino. Barcelona vive en esa contradicción: quiere ser capital global, pero teme no estar a la altura. La presión turística la ahoga, la falta de vivienda la asfixia y la política la paraliza. La ciudad necesita un relato nuevo. Uno que no se escriba en los pasillos del poder, sino en las calles.
La próxima semana llega la tercera edición de BCN Desperta! Un foro organizado por Crónica Global, Metrópoli Abierta y El Español. No pretende ser un escaparate más, sino un espacio donde talento, debates y soluciones se crucen. Será en Casa Seat. Coincidirán alcaldes metropolitanos, responsables de la Generalitat, representantes del Estado y del Ayuntamiento. Y también empresarios como Josep Sánchez Llibre, José Bogas, Marc Murtra, Emili Rousaud o Albert Triola. No son nombres decorativos: representan la industria, la energía y la tecnología que sostienen la economía real.
Los problemas están claros. La vivienda es el talón de Aquiles: precios disparados, oferta raquítica, trámites eternos. La movilidad es otro drama. El transporte público se colapsa a diario. El privado se enreda en los atascos. La transición energética avanza a golpe de PowerPoint, no de proyectos. Y la economía deambula entre la nostalgia industrial y una digitalización que se queda a medias. Barcelona necesita menos diagnósticos y más ambición.
La política municipal atraviesa el ecuador de la legislatura. No ha habido pactos ni alianzas. Cada partido enrocado en sus problemas internos y en su electorado de siempre. Pero la ciudad se mueve por otras vías: la cooperación empresarial, la colaboración público-privada, la solidaridad que surge sin necesidad de grandes discursos. De eso también se hablará en el foro. Y debería ser un toque de atención: la sociedad civil va por delante. Los políticos, si aún quieren ser útiles, tendrán que escuchar.
Lo recordaba Cicerón: “La confianza, una vez perdida, nunca se recupera plenamente”. Y aquí la confianza está en juego. Entre ciudadanos y administraciones. Entre empresas e instituciones. Para recuperarla no bastan sonrisas en las fotos. Hacen falta compromisos concretos: acelerar permisos de vivienda, coordinar el transporte metropolitano, apostar de verdad por la innovación y la formación.
Barcelona, con sus cinco millones de habitantes en el área metropolitana, y Cataluña en su conjunto necesitan una estrategia común. No se puede actuar por parcelas ni por colores políticos. Ni el Ayuntamiento, ni la Generalitat, ni el Gobierno central pueden resolver solos problemas colectivos. Ortega y Gasset lo dejó dicho: “Política es lo que hacemos entre todos”.
Diez años después del nacimiento de Crónica Global, la conclusión es la misma: Cataluña no necesita más trincheras, sino más pluralidad. BCN Desperta! puede ser un revulsivo. O quedarse en un congreso bienintencionado. La diferencia estará en pasar de las palabras a los hechos.
Pasqual Maragall lo resumió en su día con una lucidez que sigue vigente: “Barcelona es un estado de ánimo”. Ese estado de ánimo no puede ser la resignación. Debe ser la ambición. Es tiempo de despertar.