Ada Colau está negociando con TV3 su participación como tertuliana en Els Matins, uno de los espacios estrella del canal autonómico. La exalcaldesa de Barcelona ultima los detalles de su fichaje como colaboradora del programa, lo que supondrá una novedad en la parrilla televisiva.
Como tertuliana, la expolítica podrá exponer sus argumentos dentro de los límites que fijan la libertad de expresión y el libro de estilo de la televisión catalana.
La reaparición de la exlíder de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) recordará a los barceloneses su etapa como alcaldesa de la capital catalana, de 2015 a 2023. Un periodo de ocho años que se puede calificar de aciago para la ciudad. Con la entonces alcaldesa al mando, Barcelona vivió una escalada sin precedentes en el precio del alquiler, una de las cuestiones que se comprometió a combatir antes de llegar al consistorio.
Además, el equipo de Colau incumplió sus promesas sobre la producción de vivienda social, mientras repartía culpas —y sanciones— a operadores y plataformas.
En términos generales, Barcelona se sumió en una etapa de inseguridad ciudadana y dejadez urbana de la que ahora, con dificultades, intenta recuperarse.
No menos importante fue la inseguridad jurídica que generó su mandato. Los tribunales tumbaron una y otra vez las grandes medidas del gobierno de BComú, bien por exceder las competencias municipales o, directamente, por deficiencias en su planteamiento. La última de ellas fue el dentista municipal.
Bajo su alcaldía se consumaron derrotas claras para la ciudad, como la pérdida de la sede de la Agencia Europea del Medicamento, y se tomaron decisiones que todavía tienen consecuencias, como la posible marcha definitiva del Gran Premio de España de F1.
Sin citar otros episodios poco edificantes, como el calamitoso despliegue de la recogida puerta a puerta de basura, que por poco le cuesta la cabeza al fatídico Eloi Badia, o la nefasta gestión de aspectos básicos como el agua, la movilidad y el tráfico o el circuito funerario.
Al mismo tiempo, los comunes, con Colau al frente, socializaron sus fracasos culpando a otros de su incompetencia para gobernar una gran ciudad. Acusaron a los medios de un lawfare que solo ellos veían y se enfrentaron a diversos estamentos económicos, ciudadanos y políticos, hasta quedarse prácticamente solos. De hecho, el rechazo a su figura aglutinó a gente de ideologías muy diversas.
Finalmente, los barceloneses desalojaron democráticamente a Colau y a su equipo del poder en las urnas. Ahora, la exalcaldesa podría tener la tentación de usar su posible presencia en TV3 para impulsar su regreso al ayuntamiento.
Antes de que eso ocurra, convendría que se preguntara si su gestión realmente convenció a los barceloneses. Me temo que la respuesta no le va a gustar.