La noche del martes al miércoles se recordará en Barcelona. Más de medio millar largo de personas de profesiones y campos muy diversos, pero que empujan la Cataluña contemporánea, se congregaron en el Bastian Beach de la playa de la Barceloneta para arropar a Crónica Global y su décimo aniversario. 

El evento sirvió para repasar la trayectoria del medio digital más batallador del territorio, para reencontrarse con compañeros y compañeras de etapas anteriores y para recordar a los que ya no están, como José Antonio Sorolla y Pedro Vega. Este último tendrá un premio periodístico propio en su nombre en el marco de las celebraciones del décimo cumpleaños. 

Además, el fundador y consejero delegado de Grupo de Medios Global (GMG), Xavier Salvador, anunció que Crónica Global prepara la edición en catalán próximamente. 

Fue, sobre todo, un reencuentro con los amigos, un momento de socialización con los colaboradores y las fuentes del grupo y, también, una velada con los lectores. Pero hubo algo más. Otro intangible que Salvador destacó en su alocución, cuando se comprometió a seguir con la valentía e irreverencia que ha mostrado la cabecera en la última década. 

La noche de verano del martes fue un síntoma de la nueva Cataluña. Un territorio en el que las aguas políticas han vuelto a su cauce, y ello ha dejado paso a otras prioridades. La conversación pública, como la describen los expertos, ha virado hacia asuntos como la economía, el acceso a la vivienda, el empleo, los servicios públicos o la inmigración y el reto que supone, entre otros. 

Se trata de un nuevo paradigma que molesta a algunos, claro, a los que les gustaría regresar a la trifulca identitaria. Pero lo evidente es que la autonomía en la que vivimos ya no se encuentra en esa clave. Se trata de debatir con información rigurosa y precisa --y aquí intentaremos desde Crónica Global aportar nuestro granito de arena-- los asuntos que afectan a todos e intentar hallar consensos. 

Este medio ha sido estandarte de esa Cataluña desde el primer día, y parece que, por ahora, la realidad corresponde con ese análisis. La abrumadora asistencia a la gala de Crónica el martes, que fue un encuentro social, sí, pero también un soplo de aire fresco que penetró entre rendijas de muros y banderas --"esto en Madrid es muy común, pero en Barcelona, no", decía un asistente--, solo es otro elemento que lo confirma. 

Fue una noche de verano, pero como toda velada de estío, escondió un significado mayor. Ojalá se repita. Por nosotros no quedará.