Ya era, hora, ya tocaba, y solo queda emplazar al resto de administraciones a que sigan los pasos de la Generalitat de Cataluña. La cita previa para hacer trámites ante una oficina pública se generalizaron durante la pandemia del coronavirus, pero han permanecido en el tiempo hasta convertirse en la llamada nueva normalidad.
Un ciudadano de a pie que desee interlocutar con la administración por casi cualquier motivo tenía que acudir a una página web, a menudo desactualizada, y armarse de paciencia para encontrar un hueco. Desde inscribir un hijo en el Registro Civil hasta empadronarse ante un ayuntamiento, entre otros.
La DGT, por ejemplo, sigue exigiéndolo, así como la Aeat o las oficinas de Extranjería, en torno a las cuales ha florecido una auténtica mafia de reventa de citas. Las reservan todas y luego las revenden, como explicó Crónica Global.
Y es que a ojos del común, la cita previa ha pasado de ser un sistema de gestión de colas a uno de cribado de colas. El matiz es importante: de querer recibir a tantos ciudadanos en un día como se pueda, se pasa a una realidad en la que parece que se intenta recibir a los menos posible.
Conseguir una cita previa es, a menudo, una odisea. Hay que disponer de teléfono u ordenador, tener alfabetización digital y una paciencia y tiempo casi infinitos. No son tres requisitos que todo el mundo cumpla. La gente mayor, desde luego que no.
Por ello, cabe celebrar la iniciativa del Govern de minimizar la cita previa. De reducirla a la mínima expresión. De intentar que vuelva a ser lo que siempre debió ser: un sistema de gestión de colas cuando hay agolpamiento de ciudadanos ante una ventanilla o servicio.
El proyecto, que presentó ayer el conseller de Presidencia, Albert Dalmau, echó ayer a andar. Cuenta con el concurso de ERC y Sumar Comuns, aunque bajo mi punto de vista, todos los partidos sin excepción deberían sumarse.
La accesibilidad del ciudadano o de la empresa a la administración debería estar garantizado en todo momento. Y si hay apiñamiento, habría que organizar la cola de forma eficiente, o de garantizar el contacto por otra vía.
Lo que no puede ser es que se eleve una barrera ante contribuyentes y pymes, de modo y manera que éstos tengan harto difícil contactar con el funcionario de turno que les gestione su expediente. Es lo que pasaba hasta ahora.
Por este motivo y desde esta tribuna, se agradece la voluntad del conseller Dalmau y se invita a otras administraciones, de todos los niveles y colores políticos, a hacer lo propio. Parafraseando a Larra, si hay que volver mañana se vuelve, pero lo intolerable es que sea imposible acudir jamás por falta de citas, porque la web no funciona con este o aquel navegador o porque hay que comprar un slot a la mafia de turno.