Hace diez años, en el pasillo de una oficina compartida en la Avenida Josep Tarradellas de Barcelona, media docena de periodistas comenzaban un nuevo proyecto.

En aquellos primeros días de julio de 2015, tenían todas las incertidumbres del mundo y apenas un puñado de certezas: no sabían si el barco flotaría o se iría a pique prematuramente.

A pesar de todo, algunos elementos empujaban al optimismo. En ese minúsculo y precario local se concentraba más liderazgo, talento y capacidad de trabajo que en la mayoría de las redacciones de la ciudad.

Contaban con un editor valiente (parecía de locos apostar el patrimonio personal en un medio constitucionalista en pleno procés) que también ejercía de empresario sensato (desde el primer momento persiguió sin tregua el equilibrio financiero) y de director audaz (tenía clarísimo no se doblegaría ante las presiones de los poderosos y que defendería a su gente a muerte).

Además, el equipo de redactores combinaba juventud con veteranía y tenía hambre de sobras para destapar historias potentes y originales.

Pero lo que no podían imaginarse ni en sus mejores sueños es que una década después Crónica Global fuera el digital más leído de Cataluña, se situase como un referente ineludible en la información política, empresarial y social, y presentara unas cuentas saneadas que son la envidia del sector.

Algunos se preguntan cómo ha sido posible. No hay una fórmula mágica. Es evidente que Crónica Global llenó un espacio mediático que estaba huérfano en Cataluña: el del constitucionalismo desacomplejado que explicara lo que otros (en ocasiones, alardeando de una superioridad moral espuria y casposa) no querían o no podían contar. Y hacerlo de forma rigurosa, atrevida y cercana.

No ha sido fácil llegar hasta aquí. Pero el camino ha valido la pena.

De todas formas, aún queda mucho por hacer. Crónica Global debe mantener el rumbo. Crónica Global debe seguir combatiendo los excesos del nacionalismo xenófobo que todavía intimida a muchos catalanes. Debe seguir denunciando las corruptelas de los poderosos y los atropellos a los más desfavorecidos. Debe seguir dando voz y reconociendo a los emprendedores que se arriesgan para que la sociedad progrese.

En definitiva, Crónica Global debe seguir siendo implacable con quienes, con sus actos, pretenden arruinar Cataluña, convertirla en un lugar menos libre y menos próspero.