La junta de accionistas de Damm, celebrada esta semana en Barcelona, aprobó las cuentas anuales, que arrojan una facturación consolidada de 2.025 millones. Esta suma es ligeramente inferior a la del ejercicio precedente, pese a lo cual, el beneficio neto se disparó un 35% y llegó a 175 millones.
El sector de la cerveza está dominado por cuatro gigantes, que se reparten el 90% del mercado. Se trata de Mahou-San Miguel, la propia Damm, Heineken e Hijos de Rivera.
Damm es conocida por la cerveza homónima, además de Voll-Damm y Xibeca. Asimismo abarca las marcas Estrella de Levante (Murcia), Calatrava (Ciudad Real), Keler (San Sebastián) y Rosa Blanca (Mallorca).
Las actividades de la corporación no se circunscriben a la bebida fermentada de cebada, pues incluyen otros variados negocios. Por ejemplo, es titular de las bocadillerías Rodilla, de la logística Alfil y del 50% del fabricante de batidos Cacaolat, entre otras filiales.
Damm es una de las compañías de gran tamaño más antiguas de Cataluña. Y además, está a las puertas de festejar, el año próximo, su primer siglo y medio de existencia.
Sus raíces se remontan a 1876, cuando el alsaciano August Küntzman Damm y su sobrino Joseph Damm se instalan en un local de alquiler en la calle Viladomat número 27, donde montan una pequeña factoría de cerveza.
Habían llegado a Barcelona tras huir de la guerra franco-prusiana. Corriendo el tiempo, trasladan las dependencias a la calle Urgel, esquina Diputación. Más tarde, se mudan a la calle Rosellón, donde hoy radica la sede social.
Damm está presidida por el madrileño Demetrio Carceller Arce. Su familia controla el principal paquete de acciones desde hace décadas. Adquirió los títulos en dos tandas. La primera a finales de los sesenta, cuando su progenitor Demetrio Carceller Coll se hace con un grueso lote. En aquella época ejercía, entre otros cargos, la presidencia de Banco Comercial Transatlántico, predecesor de Deutsche Bank. El cuartel general de aquel se alojaba en el rascacielos de Diagonal/paseo de Gracia, que hoy ocupa el lujoso complejo residencial Mandarin Oriental Residences
La segunda operación de los Carceller en Damm se desarrolló en 1993. El entonces factótum Fernando Coll Picard comunicó al consejo de administración que vendía su parte. Los Carceller salieron al quite y adquirieron la participación sin pestañear. De esta forma, se erigieron en los principales dueños de Damm. Acto seguido, Demetrio Carceller Arce fue promovido, primero al consejo de administración y, sin solución de continuidad, a la presidencia ejecutiva.
El iniciador de la saga fue Demetrio Carceller Segura. Natural del municipio turolense de Las Parras de Castellote, siendo muy joven emigró a Cataluña. Trabajó como bedel en la Escuela Industrial de Terrassa y aprovechó la oportunidad para estudiar ingeniería textil.
Antes de la Guerra Civil ya había amasado una pequeña fortuna y se estableció en Madrid. En aquella época participó en la fundación del monopolio público Campsa y de la petrolera privada Cepsa, en esta última del brazo de los hermanos Recasens, promotores del Banco de Cataluña.
El negocio del refino le proporcionó pingües beneficios. Gracias a sus extraordinarias dotes como gestor empresarial, acabada la contienda, el régimen lo encaramó a ministro de Comercio e Industria, para impulsar el desarrollo de un país devastado por el conflicto bélico.
Sus nietos, encarnados en Demetrio Carceller Arce y sus hermanos José, Lourdes, Carmen y María, han seguido ligados estrechamente a la distribución de hidrocarburos por medio de Disa Corporación, de la que son los principales propietarios. Este coloso, con sede en Tenerife, explota una ramificada red de seiscientas gasolineras, alberga unos activos de 6.000 millones y gira 7.000 millones anuales.
Damm nació en el ensanche de Barcelona y su sede social siempre ha estado fijada en esta plaza. Es de recordar que en el bienio aciago 2017-2018, cuando las sociedades catalanas huían en estampida por el golpe separatista, el estado mayor de Damm ni se inmutó. Conservó su cuartel general en la Ciudad Condal contra viento y marea. Que sus máximos accionistas sean cinco madrileños encierra un claro mensaje sobre la confianza que merece Cataluña.