La fuga de empresas catalanas no amaina. En el primer trimestre del año en curso la comunidad perdió 84 sedes. El diluvio de exilios corporativos que el procés desencadenó ha dado paso a una persistente lluvia fina. Las salidas superan con creces las entradas año tras año, y van ya nada menos que nueve consecutivos.

Tal fenómeno carece de precedentes en nuestros anales. Cataluña siempre fue un formidable polo de expansión económica, generador de emprendedores locales. Pero, a juzgar por las pertinaces cifras que viene reflejando el Registro Mercantil, el mal tiempo todavía perdura.

El retorno a Barcelona de La Caixa y su influyente filial Criteria es un hito descollante que invita a la esperanza, y tal vez anime a otras entidades a emprender el mismo camino.

Poco antes lo hizo Banco Sabadell, en este caso por motivos concretos derivados de la opa hostil de BBVA.

Por su parte, el líder del sistema financiero nacional Caixabank, se ha abstenido por el momento de hacer las maletas y mantiene su sede anclada con firmeza en Valencia.

El tridente Caixa-Criteria-Sabadell constituye un imán muy potente, pero unos pocos gorriones no hacen primavera. Todavía no han vuelto a nuestros lares más de 5.500 empresas que abandonaron la región tras el golpe secesionista de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras.

Tal guarismo peca de corto, porque en realidad la estampida había comenzado bastante antes. El arranque puede datarse en 2014, cuando el mesiánico Artur Mas lanzó por sorpresa su consulta independentista y desató el maremoto infernal. Entre ese año y 2017 se marchó un millar de sociedades vernáculas.

Por cierto, de todas las que ahuecaron el ala hasta ahora, más de la mitad montaron su cuartel general en la Villa y Corte madrileña.

De momento, continúan ausentes los supermillonarios que vieron peligrar sus patrimonios debido a los avatares políticos. Veamos unos pocos ejemplos.

Encabeza la lista Alberto Palatchi Ribera, expropietario de la confeccionista de trajes nupciales Pronovias. En 2017 residenció su hólding Galma en la capital del Reino. Entre otras menudencias, Galma atesora unos activos de 1.800 millones, tres cuartas partes de ellos en forma de fondos líquidos.

Palatchi instituyó en octubre un consejo de administración por él presidido. A sus tempranos 75 años, sigue ejerciendo de consejero delegado; es vicepresidente su hereu Alberto Palatchi Gallardo; y vocales, las hermanas de éste Gabriela y Marta.

Un segundo botón de muestra lo ofrece Ricardo Portabella Peralta. Catalán de pura cepa, vinculado a industrias lácteas, se asentó décadas atrás en Ginebra (Suiza), desde donde maneja un entramado financiero de vastas dimensiones.

Portabella alojaba las oficinas centrales de su grupo personal, llamado Anpora, en el paseo de Gracia barcelonés, esquina Consejo de Ciento. Tras el estallido separatista, con su siniestra secuela de reyertas y disturbios callejeros, recogió los bártulos, se largó con viento fresco y fijó su puesto de mando en Luxemburgo. Con este viaje, trasladó al gran ducado centroeuropeo el control de un acervo cercano a los 1.000 millones.

La tercera escapada que traigo a colación viene protagonizada por la red hotelera Best, propiedad de Albert, Sergi y David Batalla Chornet. El tentacular andamiaje abarca 40 alojamientos de cinco y cuatro estrellas, dispersos por España, Andorra y República Dominicana.

Best se esfumó de la Ciudad Condal con todos sus enseres e inmuebles. Reapareció en el municipio tinerfeño de Adeje, donde posee el hotel Jacaranda. El valor de la cadena ronda, a precios de mercado, los 1.200 millones.

El cuarto testimonio es el nonagenario francoespañol Maurice Botton, exsocio del fabricante de yogures Danone. En 2020, harto del procés, movió su emporio Germina Finance del pequeño municipio de Avinyonet del Penedès a un señorial palacete de Madrid, sito en la calle Castellón de la Plana. Así, de un plumazo, volaron de estos terruños 450 millones.

El transcrito cuarteto de dinastías supermillonarias sigue lejos de Cataluña. No hay indicio alguno de que vaya a reconsiderar su postura. El dinero es pusilánime y escurridizo por naturaleza.

Por fortuna, desde el nombramiento del socialista Salvador Illa como mandamás de la Generalitat, unas mayores dosis de seny parecen predominar en la plaza de Sant Jaume. Por el momento, las aguas se han calmado.