¿Qué esconde Jaume Padrós? ¿Por qué no cuenta qué medidas tomó el Colegio de Médicos de Barcelona (COMB) con los indicios de fraude en el ente? Este medio se lo ha preguntado en dos ocasiones, sin recibir respuesta. 

Un inciso: no significa que haya habido mala praxis en el COMB. No tiene por qué. La gestión puede haber sido impoluta, pero callar y no defenderla ante feos indicios sólo alimenta la desconfianza.

El presidente del Colegio podría salir y decir: "Oiga, sí, nos investigó la Fiscalía Anticorrupción y no halló nada. Y después, hubo quejas internas por el mismo motivo -fraude en la formación de facultativos- y no tenían razón. Hemos sido escrupulosos e inmaculados durante todos estos años".

Pero no. Padrós y su junta han preferido callar ante las preguntas de la prensa desafecta y continuar como si nada. Pronto, el galeno no ejerciente cederá el testigo a la que ha sido su vicepresidenta primera durante 11 años. Elvira Bisbe se convertirá, salvo sorpresa, en la nueva presidenta del colegio profesional más importante de Cataluña.

Y todo ello, sin responder las preguntas sobre la tenencia de ambos. 

Lo que sí que se sabe y está establecido es que Padrós y su junta han armado un auténtico polo económico a pie del paseo de La Bonanova. Pasen por allí. Donde otros se hubieran conformado con una sede funcional, el Colegio de Médicos se ha dimensionado como un contrapoder al uso. 

Ese, quizá, es el secreto de su éxito: nadie, y mucho menos la temerosa clase política, se atreve a desafiar a tamaña institución. 

Y eso que hay motivos para cuadrarse con el COMB, o al menos fiscalizarlo, que es lo que ha intentado Crónica Global desde el principio. La gestión de Jaume Padrós ha sido tan descaradamente partidista que no tiene parangón en la historia profesional del territorio. 

Entregó el COMB al 1-O antes de que la justicia le recordara que tiene deber de neutralidad -es un organismo de colegiación obligatoria; o tienes su carnet, o no ejerces en Cataluña-; su presidente fue portavoz de los presos independentistas del procés durante el vergonzante conato de huelga de hambre (¿?) y, para más inri, echaron de forma improcedente al vicepresidente de Sociedad Civil Catalana (SCC) porque éste, alto cargo de la casa con un currículo intachable, tuvo la osadía de hacer activismo constitucionalista en sus ratos libres. 

Eso es lo que hemos visto todos. Pero es que hay muchas cosas que no sabemos y que, como con los indicios de fraude en la formación, Padrós y su equipo prefieren esconder. ¿Cuánto gana anualmente el sector negocios del Colegio, el llamado Grup Med? Porque, en su web, las cuentas llevan sin actualizarse desde 2021. 

¿Qué papel ha jugado el sombrío Jaume Aubia en la duplicidad Colegio-Grup Med? ¿Por qué el fondo de inversión del COMB se ha entregado a un banco andorrano? ¿Quién, cuándo y con qué permisos y a qué presupuesto construyó el párking adyacente?

¿Cuánto gana el Colegio con la correduría de las pólizas de responsabilidad civil (RC) de sus colegiados? Por qué el Colegio tiene un activo turístico en el centro de Barcelona? Qué operaciones urbanísticas, a qué precio y con qué beneficio concreto para el colegiado ha hecho la institución?

Y la más importante: ¿debe un colegio profesional hacer competencia desleal al sector privado? ¿Debe, con sus ventajas fiscales y cuotas de asociados, ofrecer servicios financieros, viajes, vacaciones, asesoría fiscal, inmobiliario y un estacionamiento? ¿No debería el COMB dejar estas prestaciones al sector empresarial y, si es necesario, lograr acuerdos con el mismo para el disfrute de sus asociados?

Todo ello es lo que esconde Jaume Padrós. El médico se va, plega, tras 11 años en la presidencia del ente y 40 años en el mismo. Deja de albacea de su testigo a la doctora Bisbe. Su gestión puede haber sido positiva. O puede haber sido negativa. Pero no lo sabremos, porque él prefiere callar. 

A la espera, claro, de los homenajes y laudatorias que se declamarán sobre si figura, y que orillaran estratégicamente todo lo expuesto en esta columna.