Mucho hemos avanzado en los últimos años en la normalización y la aceptación de los problemas de salud mental, que nos pueden afectar a todos, y en su necesario cuidado.

No obstante, salta a la vista que el sistema no está preparado para el aumento de demanda de profesionales en esta materia.

Lo demuestra, entre otras cosas, el espeluznante aumento de fármacos antidepresivos: en 2023, más de 1,2 millones de catalanes recibieron al menos una dosis; 1,2 millones de catalanes sin alternativa a la pastilla. Sorprendente. Son datos oficiales.

Muchos señalan la pandemia y las medidas para frenarla como el causante de este boom; no en vano, las recetas se han disparado un 169% desde 2020.

Seguro que en muchos casos está justificada la medicación. Hay personas que no pueden ni levantarse de la cama por la depresión. Pero de ahí a que más de 1,2 millones de catalanes necesiten una pastilla para remontar el vuelo va un trecho.

Más aún: el número de prescripciones entre los menores de 15 años, ¡menores de 15 años!, ¡niños!, se ha disparado un 253% en el mismo periodo. Es una salvajada.

Por si fuera poco, un documento compartido por Salut aclara que “las revisiones sistemáticas de ensayos clínicos indican que en niños y adolescentes la eficacia de los antidepresivos es dudosa o nula”.

Y que estos fármacos “incrementan el riesgo de ideación e intento de suicidio [otros informes lo niegan], así como otros trastornos neuropsiquiátricos”. Los prospectos hacen referencia a estas circunstancias.

Por lo tanto, parece evidente que existe una sobremedicación, del mismo modo que no sabemos en manos de quién estamos, o de que varios especialistas no están preparados para la función que tienen encomendada. ¿Queremos una población dependiente de los fármacos antes que ir a la raíz del problema?, ¿de abordar el asunto por otro lado?

Ahora que cada vez más jóvenes pasan del alcohol (un buen aliado de la depresión), ¿hay que tenerlos enganchados a otras drogas, incluidas las redes sociales, que tampoco colaboran en el asunto?

La depresión tiene múltiples factores, algunos de muy difícil solución, algunos puede que inexplicables, pero una buena salud mental rara vez irá de la mano de una vida desordenada, sedentaria, con mala alimentación y una socialización restringida a la red.