Desde hace unas semanas, este grupo editorial ha puesto en funcionamiento la doble edición de una de sus publicaciones. Metrópoli Abierta puede ser leída en castellano, como era costumbre, pero también en catalán, lengua oficial en la comunidad catalana en la que se edita el digital líder en información sobre Barcelona y su área metropolitana.

Nuestro grupo de comunicación decidió llevar a cabo ese gesto de normalización desde el conocimiento claro de los usos y costumbres del consumo informativo. La lectura de información en lengua catalana es aún muy inferior a los índices que ese mismo comportamiento tiene en castellano. Solo una fuerte aportación de fondos públicos hace viable la existencia y proliferación última de medios de comunicación con el catalán como lengua única de expresión.

La coexistencia civilizada de ambas lenguas en la sociedad civil, su enriquecimiento recíproco, es un tesoro para el mapa comunicativo catalán. Apostamos por ello. Quienes hoy editamos Grupo de Medios Global (GMG) con publicaciones como Crónica Global, la citada Metrópoli Abierta, pero también Culemanía, Letra Global u otras fuera del territorio catalán (Crónica Vasca, Atlántico Hoy, Consumidor Global…) hemos tenido la oportunidad profesional de ver en los últimos años cómo la lengua de Salvador Espriu hacía acto de aparición en la prensa de la región. Primero fueron los diarios en papel. Los dos líderes, La Vanguardia y El Periódico, se convirtieron en los pioneros de la prensa en castellano, ellos decidieron realizar una doble edición.

Después llegaron los primeros digitales, que optaron en la mayoría de los casos por la doble edición desde sus inicios (e-Notícies, Catalunya Press, Economía Digital…). Sin embargo, quienes hemos tenido la oportunidad de comprobar cómo funcionaban las audiencias --sean analógicas de los diarios de papel o digitales-- somos conscientes de que la gran mayoría de la ciudadanía tiene por costumbre informarse en la lengua de Cervantes con independencia de cuál sea la que utilicen para su expresión diaria personal o profesional.

Pese a todo ello, Cataluña merece que sus lenguas se consideren y respeten. Sobre todo, la comunidad debe llegar a la conclusión de que sus idiomas no pueden ni deben de ser un arma arrojadiza de identidad o de controversia política. El nacionalismo ha jugado con esa actitud durante demasiados años. El catalán no es de los independentistas ni de sus contrarios. Es una lengua milenaria, un patrimonio cultural que debe ser mimado sin utilizarse jamás en contra de ningún otro idioma. Sin más, por más que se empeñen en lo contrario quienes llevan décadas usando lo lingüístico como elemento identitario único de lo catalán.

Metrópoli se puede leer ya en catalán y quién sabe si Crónica Global podrá seguir en el futuro ese mismo camino. Pero será en un tiempo de normalidad. Deseamos ser constitucionalistas en cualquiera de nuestras lenguas, sin imposiciones de ningún tipo y con la misma naturalidad con la que la ciudadanía convive cada día lejos del ruido político. 

Por esa razón pedimos a los Reyes Magos que premien con muchos presentes nuestra vocación de igualdad, equilibrio y voluntad de pacificación de todas las batallas que se abrieron en los últimos 15 años. Queremos seguir siendo este 2025 el grupo líder en Cataluña en audiencia digital, como ha sucedido en 2024. Y que esa generosidad se transmita también a todos los lectores catalanes de Metrópoli Abierta, Crónica Global, El Español, Culemanía, Letra Global. Hemos trabajado mucho todos juntos (lectores y profesionales) en los últimos tiempos, y no siempre en condiciones favorables, para conseguir este privilegio de subirnos al podio de los medios de comunicación en Cataluña.

El carbón, ese que los mágicos de Oriente reservan para los niños que no han sido del todo buenos, que se lo den a Joan Laporta. No hay mejor destinatario que el presidente del Barça para recibir recriminaciones por su proceder.

Al presidente nacionalista del club de fútbol se le han acabado los conejos para extraer de la chistera. La astucia y la náutica que invocaba Artur Mas cayeron un poco antes, pero tienen en común la mirada superlativa sobre el entorno. La chulería procedimental podríamos agregar. Que hoy el jefe del equipo de fútbol catalán reciba todo el carbón del mundo es más que merecido por su nefasta, amateur y estrambótica gestión. Se lo seguiremos contando sin importarnos la forma lingüística en la que se produzca, sino preocupados como siempre por el fondo de nuestros mensajes.