Pau Relat i Vidal (Montcada i Reixac, 1968) es un empresario barcelonés. Hoy preside Fira de Barcelona. Criado en la trastienda de la farmacia Relat de su ciudad natal, el ejecutivo acabó formándose como el resto de sus familiares en las artes de boticario. Le añadió la tecnología industrial y un máster del IESE para completar su formación.
En los años mozos de Relat, la localidad vallesana estaba gobernada por uno de los alcaldes más rojos que se incorporaron al poder municipal en los años de la transición, José María Campos. Junto a Lluís Hernández (el cura rojo de Santa Coloma de Gramenet), Pere Bufí (Santa Perpètua de la Mogoda) y Lluís Tejedor (El Prat de Llobregat), el de Montcada formaba parte del sanedrín de alcaldes democráticos que el PSUC colocó al frente del llamado cinturón rojo de Barcelona.
Relat creció en ese marco de recuperación de las libertades. Su familia farmacéutica, sin embargo, se mecía con otros aires. Pesaba más su visión nacionalista de la Cataluña que recuperaba el autogobierno que otras consideraciones. Los Relat estuvieron entre los fundadores de CDC en Montcada. Próximos a Jordi Pujol, la familia ha ido transitando por las creencias soberanistas y hoy se les vincula en la localidad vallesana con el independentismo de Junts.
En la mayoría de entrevistas, Relat procura orillar sus planteamientos políticos. Se presenta en público como un empresario independiente, equidistante si es necesario y en círculos privados deja caer que es próximo al PSC ahora que es ese partido quien gobierna. Pese a sus intentos, el pasado le acompaña tanto como el propio currículo. Es uno de los patronos de la organización Femcat, una suerte de lobby del empresariado soberanista que pone a Cataluña en el horizonte de sus andanzas. Territorio e identidad desde el ámbito de los negocios. Relat la presidió en los años de plomo del procés (2017-2018).
Bajo el gobierno de Quim Torra fue ascendido a presidente del consejo de administración de Fira de Barcelona en 2018. Allí continúa desde entonces. Fue nacionalista mientras convino, republicano más tarde y ahora los arrumacos se los lleva el PSC, que en sus primeros pasos como gobernante anda despistado todavía en lo relativo a determinadas instituciones empresariales de la ciudad.
En diciembre deberá tratarse la renovación del órgano de gobierno de la institución ferial. Relat desea continuar. Una parte importante del empresariado de la ciudad considera, en cambio, que es hora de apadrinar nombres nuevos y sin contaminar sobre la mesa de negociación de Ayuntamiento, Generalitat y Cámara de Comercio de Barcelona. Si toda esa incipiente oposición fuera insuficiente, Relat ha incurrido en una actuación que, lejos de la lectura legal, supone una discusión ética de primer nivel.
En su condición de presidente de Fira de Barcelona, Relat negoció con la Generalitat republicana que el Circuito de Cataluña de Montmeló pasara a ser gestionado por la institución ferial, supuestamente especializada en los grandes eventos internacionales.
Para hacer los papeles, redactar los documentos y establecer las bases y condiciones del traspaso a Fira de Barcelona de la actividad de Circuits de Catalunya, el Ejecutivo de Pere Aragonés puso a un joven abogado emergente (Oriol Sagrera Saula). Durante las negociaciones ejercía de secretario general de la consejería de Empresa y Trabajo.
Cuando ERC perdió las autonómicas y Sagrera (y casi todo el gobierno de Aragonés) se han quedado en el paro se produce un discutido movimiento: Fira de Barcelona crea una sociedad filial para realizar la gestión y explotación del circuito y pone al frente al mismo Sagrera que negociaba con Relat, su nuevo jefe, las condiciones del acuerdo desde el lado de la Administración.
Con independencia de que los juristas determinen si existen incompatibilidades manifiestas en ese nombramiento, entre el empresariado prolifera la creencia de que toda la operación tiene un problema ético y de transparencia innegable. Sagrera puede ser un buen ejecutivo, eso no se discute, pero pasar de un lado a otro de la mesa siempre le obligará a cargar con la mochila de haber fabricado un acuerdo y un puesto a su medida. Feo, sin duda.
El nuevo Govern de Salvador Illa prefiere mojarse poco con el asunto. Preferirían dejar pasar el tiempo y que el asunto no salpique demasiado. Sin embargo, el actual consejero de Empresa y Trabajo, Miquel Sàmper, un antiguo nacionalista apeado del caballo, tiene la obligación de procurar que los manejos con dinero público alrededor de Fira de Barcelona y Circuit de Catalunya sean realizados con la escrupulosidad que se le exigía a la mujer del César: además de ser honrada conviene parecerlo.
La segunda de esas condiciones no parece cumplirse en este asunto que circula ya a toda velocidad entre las élites barcelonesas. El convenio firmado entra en vigor el 1 de enero de 2025 con lo que las partes implicadas disponen aún de tiempo para reconsiderar su modo de ejecución. Relat ha querido dejarlo todo atado y bien atado. Craso error: su reelección no será unánime y la presidencia de Fira de Barcelona puede quedar bloqueada de nuevo (o cuestionada como poco), como sucedió a su llegada.
El asunto ha enojado mucho a Junts, que acusan de traidor a Relat. Consideran que ahora desea ejercer de nuevo socialista en la galaxia Illa. Han llevado preguntas al Parlament y están agitando a las organizaciones patronales implicadas para evitar que el farmacéutico de Montcada refrende el cargo. Lo pusieron ellos, pero no desean su continuidad por botifler y aliado de ERC, primero, y del PSC, después.
La previsibilidad y estabilidad que promete el presidente Illa al empresariado no debiera suponer, en ningún caso, dejación de funciones. La importancia económica de Fira de Barcelona (mucho más tras incorporar el circuito a su cartapacio) no puede ser un asunto menor sobre el cual el Ejecutivo catalán no tenga una postura clara y, por supuesto, transparente y libre de sospecha alguna. La credibilidad del nuevo Govern dependerá en buena medida de su capacidad de resolver entuertos como el que le han traspasado los nacionalistas Relat y Sagrera con esa forma tan catalana de hacer las cosas, silenciosa y llena de sobre entendidos.
Dar pábulo a Junts y ERC, por acción o por omisión, con este oscuro trasiego de cargos e intereses es peligroso. Amenaza con erosionar las relaciones del nuevo equipo gubernamental con la clase empresarial barcelonesa. Y estéticamente muchísimo más feo que mantenerle el sueldo a la esposa del expresidente fugado con cargo a la Diputació de Barcelona. Illa debería tener constancia de los riesgos en los que incurre si opta por el silencio administrativo en vez de mostrar el poderío que le confiere su actual cargo. Equivocarse con Fira de Barcelona o no acertar con la nueva presidencia del Port de Barcelona podrían restar brillo a la estrella que el nuevo president exhibe entre un empresariado casi entregado a su moderación.