Javier Cercas advertía hace un par de semanas en El País de que, si la financiación “singular” y “solidaria” para la Generalitat pactada entre el PSC y ERC acaba siendo “una versión catalana del cupo vasco”, eso supondría “el triunfo del procés”.
El escritor recordaba que los dirigentes nacionalistas, en realidad, no buscaban la secesión cuando impulsaron el proceso independentista allá por 2012 (yo incluso me remontaría a la reforma del Estatuto de Maragall), sino un concierto económico (o pacto fiscal, en palabras de Artur Mas).
Tendría gracia que, ahora, después de haber liado la que liaron y de haber quedado prácticamente impunes (no pasaron ni cuatro años en la sombra, y la inhabilitación que aguantó la embestida de los indultos y la amnistía está en trámites de ser eliminada), los responsables del fallido golpe al Estado consigan precisamente su objetivo principal.
José Antonio Zarzalejos revisitaba esta misma semana en El Confidencial el infame editorial conjunto de los 12 principales periódicos catalanes publicado en 2009 contra el Tribunal Constitucional, que entonces deliberaba sobre los recursos al Estatut.
Aquel texto era una amenaza orquestada hacia el más alto tribunal del país que no tenía precedentes en una democracia occidental. En tono victimista, los principales medios avisaban de que tocar algunos de los elementos del Estatuto –aquellos que los nacionalistas consideraban sagrados: identidad, autogobierno, financiación, lengua– traería consecuencias.
Y así fue. El editorial conjunto postuló los argumentos que después utilizaron los líderes nacionalistas para justificar el procés y que se podrían resumir en: España nos roba, Madrid nos maltrata como pueblo.
Ya veremos si el concierto económico acaba aplicándose, pero el mero hecho de que el PSC y el PSOE hayan accedido a pactarlo con ERC es de una gravedad sin parangón. ¡Y dicen que son de izquierdas!
Basta con comprobar la ilusión que el trasnochado exconseller Antoni Castells -aquel que abandonó el PSC por considerarlo poco nacionalista- mostraba con el acuerdo hace medio mes en un artículo en La Vanguardia para confirmar que, su implementación, sería el triunfo del procés.