El congreso de Junts se ha presentado como una oportunidad para redefinir el rumbo del independentismo. Sin embargo, más allá de las declaraciones oficiales, lo que realmente se está cocinando es un intento desesperado por mantener a flote un barco que hace tiempo comenzó a hundirse.

En primer lugar, este cónclave no es más que una excusa para perpetuar el liderazgo de Carles Puigdemont. Un político que, pese a los repetidos fracasos electorales y la pérdida de apoyos, se aferra a un protagonismo cada vez más desgastado. Parece incapaz de aceptar que la Cataluña de 2024 es muy diferente de la de 2017. ¿Cuántas derrotas más serán necesarias para que entienda que su tiempo ha pasado?

No lo asumirá mientras sus adeptos, cada vez menos, le mantengan engañado. Esos pocos incondicionales que le apoyan más por el temor a tener que reinsertarse en el mundo laboral que por auténtica lealtad. Los caprichos son muy caros. 

Laura Borràs es un ejemplo claro. Aunque su estrella política se apaga, no está dispuesta a irse con las manos vacías. De ahí que, según algunas voces, haya mostrado su disposición a ceder el liderazgo a Puigdemont a cambio de un puesto simbólico en el Consell Nacional

Pero también habrá quienes levanten la voz para reclamar que Junts recupere el sentido común y reconozca que la realidad de Cataluña ha cambiado. Las elecciones del 12 de mayo demostraron que la sociedad catalana tiene otras prioridades, y que si Junts quiere sobrevivir políticamente, debe ofrecer soluciones útiles. No obstante, en un partido tan fracturado, este tipo de reflexiones podrían caer en saco roto. 

La dirección ideológica que ha tomado Junts en las últimas semanas es otro punto que podría generar tensiones internas. La decisión de Míriam Nogueras de alinearse con el PP y Vox para exigir la comparecencia de la ministra María Jesús Montero en relación con la financiación autonómica ha dejado perplejo a más de uno. ¿Cómo es posible que un partido supuestamente defensor de los intereses catalanes se oponga a mejorar la financiación de Cataluña?

Este tipo de maniobras revela la profunda desorientación que reina en este partido. Pero lo que es aún más preocupante es la sospecha de que, detrás de estas decisiones, hay un interés en abrir puertas a futuros pactos con el PP. Un partido que representa todo lo que el independentismo dice combatir.

Pero, al fin y al cabo, la derecha es la derecha.