Andaba Buda sentado en la ladera de una montaña. Meditaba y contemplaba el paisaje sereno que se esparcía ante sus ojos. Mientras allí reposaba, Devadatta, un envidioso primo de Buda, se subió a la montaña, a lo más alto. Desde aquella posición hizo rodar una gran piedra con la intención de que descendiera hasta la posición de su primo, le golpeara y le matara. Devadatta no acertó con el pedrusco, que acabó rodando y aterrizando justo al lado del objetivo. El maestro, pese al estruendo, siguió sereno, con la vista puesta en el horizonte, como si nada hubiera sucedido. Así comienza la fábula budista del perdón y la roca.

Salvador Illa sería presidente catalán si hoy se celebraran unas elecciones autonómicas. La encuesta realizada para Crónica Global y de la que este lunes les damos amplia información nos muestra una foto fija que atestigua la ventaja de los socialistas en hasta tres puntos por encima de los resultados que obtuvieron en febrero de 2021, cuando ya ganaron en número de votos las elecciones autonómicas.

Los resultados del sondeo electoral —que como toda la demoscopia conviene emplear solo para detectar tendencias— son indicativos: la concesión de una eventual amnistía a los líderes del procés para que estos voten a favor de la investidura de Pedro Sánchez no tiene, de momento, influencia en las preferencias mayoritarias de voto de los catalanes.

La única duda que planea sobre la victoria socialista en unas autonómicas es si se produciría con una mayor ventaja de no mediar la crítica a una medida de gracia de la que los propios socialistas abominaban hace bien poco y que se ha convertido en el eje de debate de la política española.

De la misma manera que el estudio sociológico detecta la preferencia principal de la ciudadanía, también muestra que la división se mantiene. El voto independentista estaría hoy rondando el 44% del total con una participación en las urnas estimada del 62%. El constitucionalismo es mayoritario, aunque siempre con la prudencia de no atribuir a ninguno de los bandos las papeletas de En Comú Podem, pues podrían ser lo uno y lo otro y al revés.

Bajan, y no poco, los republicanos que hoy mandan en la Generalitat. Ni el beato Oriol Junqueras ha conseguido recomponer la expectativa de voto desde que abandonó la cárcel ni el presidente Pere Aragonés y sus consejeros de corta y pega despiertan entusiasmo. A ERC la encuesta le rebaja hasta tercera fuerza política y, lo más doloroso para su parroquia, sitúan al partido de Carles Puigdemont por delante de ellos en intención de voto y número de diputados. De los cinco escaños que se dejarían ninguno va a parar a JxCat (que también pierde uno). De hecho, los únicos partidos que crecen son los de derecha, los comunes y el PSC.

Hasta hoy no parece que una eventual amnistía para investir a Sánchez constituya el homicidio involuntario que se suponía para el PSC de Illa. Quienes sí asesinan a Ciudadanos son el PP, Vox y hasta el PSC. Entre los tres partidos se repartirán los sufragios que la formación de Albert Rivera e Inés Arrimadas obtuvo en las autonómicas del 2021. Al PP sí le favorece el viento de cola y su oposición frontal a las medidas de gracia. Recupera posiciones perdidas en Cataluña incluso antes de saberse quién será su cabeza de lista electoral en caso de convocatoria, pero sin llegar al techo de Alicia Sánchez Camacho y sus 19 diputados. Vox le pasa incluso por delante.

Cataluña, no obstante, sigue dividida entre partidarios de la independencia y constitucionalistas. Entre las zonas urbanas de las provincias de Barcelona y Tarragona y las rurales y agrarias de Lleida y Girona. Los porcentajes de voto a las formaciones soberanistas han decrecido algo en los últimos meses, pero aún totalizan un 44% de las preferencias. La gran novedad política en este momento estriba en que se abre la posibilidad de que el Ejecutivo autonómico que salga de la próxima cita con las urnas no tenga como primera ocupación la identidad y su preocupación principal esté más cercana a las demandas ciudadanas reales en materia de sanidad, educación, pobreza e infraestructuras.

Unos días después del incidente en la montaña, Buda se encontró con su primo Devadatta. Avergonzado, le preguntó si estaba enfadado. El maestro le respondió que no.

—¡Pero si he intentado matarte!

—Porque ni tú eres el mismo que arrojó la roca ni yo soy el mismo que estaba allí sentado.

La fábula budista del perdón y la roca es hoy la única forma razonable para entender la sociología política catalana de los últimos años. El independentismo que intentó arrollar a la mitad de los catalanes y provocar un socavón en el Estado no es hoy el mismo que en 2017. Ha perdido fuelle y su vitalidad tardará en recuperarse. Tampoco son los mismos los ciudadanos que se sintieron violados en sus derechos democráticos. Los resultados de la encuesta son una prueba palmaria de la rapidez con la que se pasó página y la escasa incidencia, la inocuidad electoral, de aprobar una amnistía para el mapa político catalán. ¿Alguien puede tener dudas de que Pedro Sánchez, aun sin Iván Redondo, conocía esos datos y lleva semanas jugando con ellos?