El rapapolvo del presidente en funciones del Tribunal Supremo, Francisco Marín Castán, al PSOE y al PP este jueves con motivo del acto de apertura del año judicial ha sido de órdago.
Marín ha apremiado a los principales dirigentes políticos a pactar la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y el nombramiento de las innumerables plazas vacantes o en funciones en el alto tribunal (incluyendo la suya propia).
El magistrado ha sido muy duro con socialistas y populares, a los que ha advertido de que “en nuestros días, la democracia ya no muere necesariamente por un acto violento o dramático, esto es, con un golpe militar o una revolución, sino con un lamento prolongado: el lento y progresivo debilitamiento de las instituciones esenciales, como son el Poder Judicial y la prensa, y la erosión global de las normas políticas tradicionales”.
El presidente del Supremo ha reprochado, sin citarlos, a Sánchez y a Feijóo su incapacidad para “alcanzar los acuerdos necesarios para poner fin a esta situación”. “Al final, la historia de las grandes democracias es una historia dialéctica de confrontación y acuerdo, y esa historia nos demuestra cuán importante es la concertación para superar los grandes retos a los que una nación se enfrenta en determinados momentos”, ha añadido Marín, quien les ha exigido “esfuerzos serios y leales de consenso en asuntos nucleares para el Estado”.
Marín se refería fundamentalmente al ámbito judicial, pero el mismo argumento es aplicable al resto de cuestiones de máxima relevancia para el país.
¿Acaso las decisiones relativas al modelo territorial no deberían nacer de pactos de Estado entre las principales formaciones políticas de alcance nacional? ¿Tiene sentido negociar una amnistía para los promotores del golpe del 1-O a cambio de una investidura?
El presidente en funciones del Supremo ha avisado de que “en un contexto fuertemente polarizado decae la visión de Estado y se impone con radicalidad la de partido”, lo que conlleva una “degradación democrática”.
¿Cómo es posible que ese enfrentamiento partidista haga que sea más factible un acuerdo entre el PSOE y Junts, ERC, Bildu y el PNV, que uno entre PSOE y PP?
Marín ha descrito un panorama “desolador” en la justicia por culpa de la falta de “cooperación leal entre los diferentes actores políticos”, lo que implica –ha subrayado– que la democracia y el Estado de derecho “corren un serio riesgo”.
Idéntica conclusión se podría trasladar a la situación política en general, en la que el enfrentamiento entre socialistas y populares ha otorgado a tipos como Puigdemont y Otegi un poder que ni de lejos se corresponde con su representatividad democrática.
Lamentablemente, me temo que el sentido de Estado no es una de las cualidades definitorias de Sánchez ni de Feijóo.