La intervención del presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, este jueves en el 15º Foro sobre Cuestiones de las Minorías de la ONU ha sido obscena. El líder nacionalista ha superado todos los niveles de indecencia que eran imaginables.
En un breve discurso de apenas tres páginas, el dirigente de ERC ha acusado a “España” de implementar la “erosión sistémica” del catalán y de ejecutar “un proceso consciente de recentralización política y económica y de asimilación nacional, cultural y lingüística”.
“Ni Italia ni Francia ni España han ofrecido a la lengua catalana el pleno reconocimiento y protección que merece cualquier lengua del mundo”, ha añadido el president.
Hay que tener la cara muy dura para presentarse en Ginebra como víctima cuando eres el verdugo de los derechos lingüísticos de los catalanes castellanohablantes.
Hay que tener la jeta de hormigón para mostrarse en la ONU como agraviado cuando la Generalitat que él preside lleva más de tres décadas aplicando la inmersión lingüística obligatoria exclusivamente en catalán que margina al español en la educación.
Y hay que ser un cínico para equiparar el trato que Francia e Italia dan al catalán con el que da España.
Pero todavía es más hipócrita la posición de Aragonès cuando, solo dos días antes, su Govern ha presentado un programa de 100 actuaciones para promover el catalán que, en realidad, pretende minimizar o excluir el uso del castellano de todos los ámbitos públicos posibles.
Basta con destacar algunos de los puntos recogidos en el documento El catalán, lengua de país. Por ejemplo, aquellos en los que se comprometen a reforzar la inmersión escolar, a pesar de que la justicia ha dejado claro que la educación debe ser bilingüe en proporciones razonables (y no menos del 25% en cada lengua oficial).
En otro apartado se indica que las consejerías de Exteriores, Educación y Cultura pondrán en marcha un grupo de trabajo para “explicar en el ámbito internacional” el “modelo de escuela catalana”. Es decir, vender en el resto del mundo las supuestas bondades de la inmersión obligatoria, pese a ser un sistema que no se aplica en ningún otro lugar del planeta como se hace en Cataluña.
También sobresale el punto en el que anuncia que se intensificarán las subvenciones a los medios de comunicación en catalán por el simple hecho de ser en catalán, pese a que los medios digitales, impresos y radiofónicos privados realizados en Cataluña en catalán son ampliamente mayoritarios, frente a una minoría en castellano. Y el 100% de los públicos se realizan exclusivamente en catalán.
Además, el Govern pretende que se deje de utilizar el castellano en favor del catalán en innumerables ámbitos privados (“modificar las actitudes lingüísticas”, llegan a reconocer entre sus objetivos), como por ejemplo, en los clubes deportivos, las comunidades religiosas, TikTok, al usar el léxico feminista, en los cursos internos de las empresas, los trabajadores del campo, las autoescuelas y los presos, entre muchos otros.
Sin embargo, lo más grave no son las mentiras de Aragonès en la ONU, ni las aberraciones que prepara el Govern.
Lo verdaderamente inaudito es la inacción del Gobierno ante todo ello. La del actual y la de todos los anteriores.