El pájaro Larry ya es libre. O eso asegura su nuevo dueño, Elon Musk. El polifacético multimillonario ha comprado al fin la red social Twitter después de muchos vaivenes y otras tantas dudas, pero su objetivo difiere de la anunciada y tan necesaria limpia que necesita la plataforma, repleta de bots, trolls y rebosante de odio. No hay que fiarse de alguien que se presenta como el salvador del mundo, y mucho menos de quien vive entre montañas de dinero. Este no deja de ser uno de sus negocios. Él se mueve por sus intereses, no por los del conjunto de la sociedad.
Twitter tiene de todo. Es inmediatez, es ingenio y creatividad, es un lugar para interaccionar directamente con cualquiera sea cual sea su posición social y su profesión, es una esfera para conectar con personas con intereses comunes. Pero también es un ecosistema de todo lo contrario, hay odio, hay insultos, hay escarnio público, humillaciones y, claro, hay censura y, lo que es peor, autocensura. La libertad que debiera darnos la tecnología se está convirtiendo en un control social sin precedentes. Suerte que ha llegado Musk…
Es evidente que Twitter –como otras plataformas– necesita una buena limpieza. Ojalá Musk cumpla con su anuncio. Del mismo modo, estaría bien transformarla en algo de utilidad para la sociedad, aunque se quede en solo un espacio para creativos, bien que me temo que es difícil lograr algo así con un programa abierto y que cuenta con tantos millones de usuarios. Pero al empresario, en el fondo, poco le importa todo eso; solo quiere recuperar la inversión cuanto antes con el cobro, por ejemplo, por las cuentas verificadas y, a medio plazo, convirtiendo Twitter en una superaplicación multiservicio. Al tiempo.
Las palabras de Musk al comprar Twitter fueron algo así como “el pájaro ha sido liberado”. Bueno, siguiendo con su discurso, digamos que Larry nació ya enjaulado y que no conoce vida más allá de las rejas. Y recordemos que los animales que viven en cautiverio son incapaces de valerse por sí mismos en la naturaleza dado que siempre han dependido de los humanos. Cuando son libres, o se pierden, o se los comen, o mueren de hambre porque no saben cazar. Veremos si no es eso lo que le pasa al nuevo Twitter. Pero, al menos, ahora le ponemos cara al dueño de la compañía.