Lo más peligroso del último episodio protagonizado por Laura Borràs sería creer que se trata de un caso aislado, que es una zumbada que va por libre y que no representa al independentismo. Lo más perjudicial para la convivencia sería creer que el nacionalismo catalán no es así, cuando no es cierto.
Borràs no es una excepción. Borràs es la regla. En nada se diferencia del mainstream independentista cuando va a abrazar a los conspiracionistas que boicotearon el acto de homenaje de las víctimas del 17A, más allá de las formas y de su excesiva sinceridad.
En realidad, tras aquellas pancartas con lemas como “las cloacas del Estado matan” y “el Estado español lo sabía”, y aquellos gritos de “puta España”, “Estado español asesino” e “hijos de puta”, bien podría haberse situado el mismísimo presidente de la Generalitat, Pere Aragonès (ERC).
Al fin y al cabo, eso es lo que el molt honorable insinuó cuando hace solo unos meses exigió investigar una presunta vinculación entre el CNI y los atentados, dando pábulo a las majaderías del excomisario Villarejo. Exactamente las mismas en las que se basan los conspiracionistas que reventaron la ofrenda floral del miércoles.
También el consejero de Interior, Joan Ignasi Elena, exigió “alguna explicación a las víctimas y los ciudadanos, por parte del Gobierno español y del Congreso”. Es decir, lo mismo que reclamaban los boicoteadores y Borràs, pero con más educación.
La propia mesa del Parlament aprobó con el apoyo de los representantes de JxCat, ERC y la CUP (es decir, todos menos el PSC) presentar una denuncia ante la Fiscalía para que investigara las falacias de Villarejo.
Así, no solo Junts ha dado carta de naturaleza a la teoría de la conspiración de que España es culpable –por acción u omisión– de los atentados terroristas del 17A. ERC y la CUP han colaborado activamente en inflar el globo de la mentira.
Incluso el mayor de los Mossos d’Esquadra Josep Lluís Trapero es tan responsable del bulo como la propia Borràs. Tras años guardando silencio ante las acusaciones del nacionalismo catalán contra los servicios de inteligencia del Estado, ahora asegura en una entrevista en La Vanguardia que el CNI es inocente. Podría haberlo dicho antes, ¿no?
No nos equivoquemos. Borràs es grotesca, sí, pero no es más radical que otros líderes independentistas que saben guardar las formas pero actúan con la misma intensidad y mayor eficacia para dinamitar la convivencia en Cataluña.