Cayó la primera Champions femenina de la historia del fútbol español, y la ganó el Barça de Alexia, Sandra, Aitana, Vicky, Patri, Mapi, Jenni, Marta, Leila, Martens, Graham Hansen, Hamraoui, Oshoala… Se trata de un trofeo histórico que supone mucho más que un título. Y no (solo) porque ponga en el mapa el balompié jugado por mujeres.
A pesar de la gesta, lograda en tiempo récord --el Barça femenino se profesionalizó hace seis años, en uno de los pocos reconocimientos que tendrá Josep Maria Bartomeu--, la difusión del éxito ha sido muy menor que si la Champions la hubiese ganado cualquier equipo masculino. Y no está mal, porque más allá de que indica que las chicas todavía deben pelear mucho por hacerse un hueco en los medios de comunicación, sugiere también que es un territorio virgen, con mucho recorrido.
La final de Gotemburgo derribó varios clichés, como que el fútbol femenino no tiene nivel, o que no genera interés (TV3 no se había visto en una igual desde hace mucho tiempo, con una audiencia media de 800.000 espectadores, casi tantos como catalanes hay vacunados con la pauta completa). Además, constató otras cuestiones, como que las futbolistas son más limpias (no escupen o lo hacen menos que los hombres).
Otro hecho llamativo de la final fue la celebración. Las futbolistas del Barça, que jugaron con la tercera camiseta ante el Chelsea, corrieron a ponerse la primera, la azulgrana, para levantar el trofeo. Y no se vieron banderas de ningún país ni de ninguna comunidad autónoma, más allá de las azulgranas, que incluían la senyera. El grupo reconoce que su éxito es fruto de la confianza y de la apuesta del club por la sección, y a sus colores se debe. A ningunos otros. El fútbol femenino mantiene la política a raya… por ahora.
Además, las jugadoras del Barça asumen que son unas pioneras, que como grupo son portadoras de un mensaje; que las importantes no son ellas, sino el legado que dejan. No caben los egos en el vestuario. Todas partían de cero y han trabajado muchísimo para alcanzar este sueño, y lo seguirán haciendo, porque la unión hace la fuerza. Por cierto, ¿alguien sabe si el gran Messi ya las ha felicitado? Lo han visto en Madrid comiendo con Luis Suárez (Atlético) para darle ánimos ante la última jornada de la Liga, que puede ganar el equipo colchonero.
El fútbol femenino gana visibilidad y adeptos. Está normalizado. Pero, muy importante, mantiene buena parte de la esencia del deporte, ya que aún no genera mucho dinero, y eso le confiere un aire romántico. Sin embargo, está en proceso de convertirse en un negocio y, entonces, recordaremos esta Champions, lograda casi sin hacer ruido.