El arranque de la XIII Legislatura en las Cortes ha sido un aviso del circo que nos espera en el mandato, con un primer choque entre el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, y la nueva presidenta del Congreso, Meritxell Batet, incluido a raíz de las fórmulas para acatar la Constitución que han usado los independentistas.
Este ha sido uno de los principales gestos políticos de la sesión. Tanto en el Congreso como en el Senado se han escuchado fórmulas variopintas. Se ha reivindicado que se acataba la Carta Magna por “mandato del 1-O”, por el “retorno de los exiliados”, por los “presos políticos”, por la “república catalana”, por la “democracia y los derechos sociales” e incluso “por España”.
Con todo, los 350 representantes de la Cámara Baja y los 250 de la Alta han jurado que cumplirán con los preceptos de la principal ley del país. Con mucho ruido en los hemiciclos y con mayor o menor entusiasmo, pero la promesa para completar la toma de posesión de los escaños se ha completado.
Otro gesto (casi gamberrada infantil) ha sido el madrugón que se han pegado los representantes de Vox para avanzar a los socialistas y sentarse detrás del sillón de Pedro Sánchez. Su líder, Santi Abascal, ha roto el protocolo y ha conseguido su minuto de gloria mediático antes de que los pactos para la distribución de los escaños en el Congreso les manden a unas cuantas filas más atrás. De hecho, se advierte de que irán a parar al gallinero. Eso sí, en la fotografías de la jornada se les ha colado un espontáneo, el diputado socialista José Zaragoza que ha conseguido situarse allí a codazos. Otro gesto del mismo perfil.
El simbolismo ha estado de nuevo muy presente en la sesión. La técnica que perfeccionó Mónica Oltra en su primera legislatura en el Parlamento valenciano, cuando usaba camisetas con mensajes políticos, la han usado tanto los secesionistas como los socialistas con diferente fin. Los primeros, para pedir (en inglés) la Libertad de los presos políticos; los segundos, para brindar una de las imágenes de la jornada. La que ha protagonizado el diputado del PSC Arnau Ramírez al pasar al lado del líder de Vox con su estampado de un fantasma con la bandera LGTBI, que se ha convertido en uno de los emblemas de la comunidad gay desde que el partido de extrema derecha lo usó en la campaña del 28A. Era uno de los frentes a los que Abascal tenía que plantar batalla en España.
El diputado del PSC Arnau Ramírez con su camiseta del fantasma LGTBI junto al líder de Vox, Santi Abascal / EFE
Salvo sorpresas, la legislatura será larga y estará muy marcada por los fuegos artificiales de los diputados. Me temo que lo de la ya famosa impresora de Rufián se puede quedar en anécdota en los cuatro años que nos esperan por delante. Otro mandato con mucha gesticulación pero en el que queda en el aire un gran interrogante, ¿dónde se ha quedado el pragmatismo de sus señorías?