Si Pedro Sánchez fue sincero en su reunión con Quim Torra del 21D, debió decirle algo así: “Soy tu mejor opción. Por tu propio bien, deberías ayudarme a mantenerme en La Moncloa, deberíais apoyar los presupuestos”. Y no le habría faltado razón. La actitud dialogante y dadivosa del Gobierno del PSOE es lo máximo a lo que puede aspirar el independentismo después de haberse echado al monte en otoño de 2017. Cualquier otra alternativa será peor para ellos.
Sin embargo, los indepes parecen emperrados en volver a darse con la cabeza en el muro de la ley y la democracia. Todo apunta a que la contundente aparición del Estado de derecho el 1-O, la posterior aplicación del 155 light y los encarcelamientos de algunos de los cabecillas del golpe no ha sido suficiente. No han aprendido la lección. Y ahí están, tomando carrerilla para degustar otro leñazo.
El president Torra se mantiene en sus trece, amenaza con otra DUI en caso de condena a los acusados de rebelión o sedición y asegura que, sin permitir un referéndum secesionista, JxCat no apoyará las cuentas del Gobierno. Y la prófuga Marta Rovira también ha anunciado el rechazo de ERC a los presupuestos.
Mientras tanto, Puigdemont --desde la Casa de la República, en Waterloo-- ha presentado su Crida Nacional per la República, de la que es presidente fundador, cargo que simultanea con el de presidente del Consejo por la República y el de presidente de la Generalitat en el exilio, según sus seguidores. Su objetivo es lograr la República catalana por las bravas.
Por si eso no fuera suficiente muestra de frikismo, la Crida tiene como presidente a un presidiario (Jordi Sànchez), como secretario general a un excomunista en horas bajas (Antoni Morral), su congreso fundacional ha estado presidido por un señor que dice que le siguen hombres en patinete (Eduard Pujol) y cuenta en su cúpula directiva con un tipo que hace tres años se disfrazaba de un superhéroe --SuperCat-- que decía ser “el guardián del procés” (Gerard Sesé). ¿Qué puede salir mal?
En algunos mapas antiguos, los cartógrafos señalaban los lugares desconocidos y potencialmente peligrosos con una leyenda en latín: Hic sunt dracones (aquí hay dragones, en español). La frase era una advertencia para aquellos viajeros que se atreviesen a adentrarse en territorio inexplorado. Y todavía hoy se utiliza (recuerdo la deliciosa escena de la primera temporada de Fargo en la que un asesino interpretado por Billy Bob Thornton amenaza a un policía que le ha parado cuando conducía a toda velocidad).
Estáis jugando con fuego, indepes. Haced caso a Sánchez, es vuestra única esperanza. Tened cuidado con los dragones que os podéis encontrar en los territorios inexplorados.