Se acabó el sueño húmedo de la internacionalización del procés. Carles Puigdemont será muy probablemente extraditado a España por las autoridades alemanas que ayer cazaron al prófugo de la justicia española en una pequeña localidad al norte del país cuando circulaba en coche camino de Bélgica. El independentismo volverá a ser sólo un asunto interno español, una vez que el expresidente deja de tener plataformas y medios para extender el conflicto por la Unión Europea, tal y como era su pretensión desde que se fugó a Bruselas.
Todo el aparataje de Puigdemont y los suyos se viene abajo por la interceptación en uno de sus movimientos de agitación. Se acabaron los mensajes institucionales televisados, se cerró el grifo de las redes sociales y lo más probable es que los próximos años el que fuera presidente de la Generalitat los pase entre rejas. Lo dirán los jueces, of course, pero si a sus subordinados se les ha encarcelado de manera preventiva lo lógico es que la suerte del jefe no sea otra.
El fin de la aventura del expresidente es seguramente el símbolo más claro del fracaso y el final definitivo e icónico del procés
Algún día sabremos quién, cómo y de qué manera se ha financiado esa aventura. Quién era el pagano, o los sufragadores, de esa mansión en Waterloo que se alquiló por unos pocos años y ante la que Albert Boadella montó su particular perfomance. Ya la pueden realquilar los que sean sus arrendatarios actuales y ahorrarse los 4.400 euros mensuales de coste. Puigdemont no la ocupará, casi no la ha habitado ni los dos meses de fianza que se adelantaron, y lo más probable es que Toni Comín, que todavía prosigue en la capital belga, acabe más pronto que tarde circulando por idéntico camino en dirección a España.
El fin de la aventura del expresidente es seguramente el símbolo más claro del fracaso y el final definitivo e icónico del procés. Después de lo acontecido en las últimas horas en el Parlament de Cataluña, haría bien el independentismo en dejar de lamerse las heridas que se les abrieron por la fuerza del Estado de derecho y proponer un futuro distinto y más prometedor para Cataluña.