Pasado el duelo, y con el máximo respecto a víctimas y operativos participantes en las tareas que prosiguieron a los crueles y sanguinarios atentados de Barcelona y Cambrils, ha llegado el momento de hacer algunas evaluaciones factuales sobre lo acontecido con el ánimo más constructivo posible.
Para que no existan dudas, conviene decir que la policía autonómica que ha liderado la investigación posterior a los hechos y la neutralización de la célula yihadista merece el respeto máximo. En el marco de la Operación Cronos que acabó anoche, los Mossos d’Esquadra se movilizaron como un solo hombre para proporcionar una respuesta compleja, sobre la que no cuentan con una experiencia histórica ni entre sus mandos ni entre sus agentes y expusieron con valentía y arrojo sus vidas para impedir que los terroristas se cobraran las de otros. Hoy, seguro, son mucho mejores policías que una semana antes y se han ganado un respeto profesional que a veces la política (incluidos los cargos políticos del cuerpo) obligaban a poner en tela de juicio.
Hay un cúmulo de incógnitas en relación a los atentados de Barcelona y Cambrils que es necesario despejar
Con esa salvedad por delante, en lo acontecido hay un cúmulo de incógnitas que es necesario despejar. Y aquí están inmiscuidos y concernidos todos los cuerpos y fuerzas de seguridad, las administraciones y los diferentes líderes políticos. Sin ánimo exhaustivo relaciono algunas de las que más han aflorado en las últimas horas:
- ¿Sabía algo el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) de la existencia de la célula de Ripoll, del imán adoctrinador y su pasado, de los viajes de los integrantes del grupo terrorista a París? Si lo sabía, ¿a quién se lo comunicó? Si lo desconocía, ¿qué falló en esta ocasión en su operativa que era exitosa, casi excelente, en anteriores ocasiones?
- La pregunta anterior al CNI puede formularse también a los servicios de inteligencia de las tres policías que actúan sobre Cataluña: Mossos d’Esquadra, Cuerpo Nacional de Policía (CNP) y Guardia Civil. Si alguno de ellos tenía información, ¿la compartió con el resto de instituciones policiales? El Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista (CNCA), creado tras los atentados de Atocha y que tiene funciones de inteligencia, información y coordinación, ¿estaba de vacaciones en pleno?
- ¿Es natural que la casa ocupada de forma ilegal en Alcanar no hubiera despertado más sospechas entre la policía local del municipio o los agentes de los Mossos que tienen el encargo de velar por la seguridad en la zona, aunque llevaba medio año operativa? Una vez explotó el inmueble, ¿cuánto se tardó en realidad en vincular el acontecimiento con el terrorismo?
- Una vez iniciados los controles policiales para bloquear los accesos a Barcelona en busca del terrorista huido, ¿es un fallo que alguien pueda superar el control establecido en la avenida Diagonal dejando herida a una agente de los Mossos? ¿Se empleó el material correcto para la llamada Operación Jaula, como por ejemplo esos pinchos que se sitúan en el suelo y permiten reventar las ruedas de los automóviles que no paran ante el alto policial?
- Localizados integrantes del comando en Cambrils y tras perseguirlos, producirse el vuelco del automóvil que conducían y proseguir por las calles de la localidad con el rastreo, ¿podían haberse apresado los terroristas sin acabar con sus vidas, con disparos a sus extremidades, por ejemplo? Si sus cinturones de explosivos falsos hubieran sido reales, ¿las balas los habrían detonado con peligro para los propios agentes que dispararon a pocos metros?
- En Alcanar o ante la empresa de furgonetas de alquiler de Santa Perpètua de Mogoda --este medio informó de problemas de coordinación entre los Mossos d’Esquadra y la Guardia Civil--, ¿quién decidió que sólo la policía autonómica participaría en las pesquisas? ¿Es cierto, como han denunciado dos sindicatos policiales que se marginó al CNP y Guardia Civil de la persecución de los terroristas? ¿Hubiera existido alguna posibilidad de trabajo coordinado y de intercambio de información?
- Tras la localización del sujeto huido en Subirats, los agentes le acorralan y descargan sus cargadores contra el terrorista. Comprendida la máxima presión del momento y la tensión de los agentes, ¿hubiera sido posible capturarlo con vida y conservar una fuente de información valiosa?
- ¿Por qué razón fuentes oficiales y medios de comunicación hemos usado el verbo abatir como sinónimo de matar?
- Sobre el joven de Vilafranca que falleció acuchillado, supuestamente a manos del terrorista de Las Ramblas, y que fue hallado en el coche que se saltó el control policial, ¿se nos ha explicado todo lo que rodea ese suceso o la investigación guarda alguna cosa por razones de eficacia policial? ¿La última actuación en esa población del Penedès qué relación guarda?
- Los bolardos. ¿De quién es responsabilidad su instalación? ¿Puede Barcelona prescindir de ellos como dice la alcaldesa Colau o hay que seguir opiniones como la del experto en terrorismo y ministro italiano del Interior que se frota los ojos por su inexistencia de estas protecciones en la arteria turística principal de la ciudad?
Ciertamente, en este decálogo se concentran muchas de las preguntas que tanto informadores como ciudadanos nos formulamos y que, de momento, ni los políticos ni los técnicos policiales han respondido. Esperemos que su secretismo no sea evasivo, sino un silencio lógico por la investigación, porque los catalanes estaríamos orgullosos de nuestra(s) policía(s) aún más si conociéramos la respuesta a estas cuestiones. Añadamos a todo ello que sería deseable que el atentado no se usara como arma arrojadiza política, ni por quienes ansían un Estado propio ni por los que se oponen. La actuación policial debe evaluarse desde criterios técnicos y los policías sobreviven a los gobiernos, sea cual sea su color político.
Nuestra policía ha trabajado bien y la colaboración ciudadana les ha aportado una eficaz información, pero la providencia o la suerte también nos ha ayudado mucho
Por fortuna, el terror no se saldrá jamás con la suya. En cualquier caso, debemos reconocer que, si estos asesinos yihadistas hubieran sido más eficaces y no les hubieran reventado en los morros los explosivos que preparaban, hoy el dolor sería todavía mayor y la indignación incontenible. Estaríamos ante un drama de proporciones siderales. Nuestra policía ha trabajado bien, de forma voluntariosa y abnegada; la colaboración ciudadana les ha aportado una eficaz información; los servicios asistenciales han sido modélicos; y la ciudadanía demostró una vez más su alta condición humana. Dicho todo ello, la providencia, la suerte, como gusten, nos ha ayudado. Mucho, me atrevería a agregar.