Una vez más, el soberanismo intenta cargarse de razones antes de caminar al más estrepitoso fracaso político. El último episodio tuvo lugar ayer en una endogámica reunión a la que fueron convocados sólo los partidos que consideran que debe celebrarse un referéndum sobre la independencia, haya o no acuerdo con el Gobierno central, que sí tendría facultades para autorizarlo.
Es una de las últimas escenificaciones de Carles Puigdemont, de su partido (la antigua CDC) y de su coalición parlamentaria Junts pel Sí. No existe garantía alguna de que sea la última, al contrario. Los catalanes podemos asistir a nuevas pérdidas de energía política inútiles para los ciudadanos pero que ocupan, mucho, y preocupan, todavía más, a nuestros dirigentes.
El Govern espera la reacción de Madrid para elevar la agitación independentista y presentarse ante la opinión pública como unos represaliados en democracia
Más allá de la insignificancia de la reunión, a partir de estas últimas actuaciones se esconde la estrategia del Gobierno de la Generalitat para incrementar la tensión con Madrid y acabar provocando el aborto de la convocatoria del referéndum ilegal. Solos se saben insuficientemente legitimados para adoptar cualquier medida. Esperan la reacción para elevar la agitación independentista y presentarse ante la opinión pública como unos represaliados en democracia.
El próximo 11 de septiembre puede ser una fecha a tener en consideración. Quizá unos días antes se lleven a cabo las actuaciones para que Madrid actúe en respuesta contra cualquier movimiento ilegal. La Diada, lejos de una fiesta nacional cívica y ordenada, podría servir al soberanismo como una de las últimas oportunidades de reunir a los nacionalistas catalanes que todavía siguen subidos a ese carro y plantear una movilización masiva de respuesta al Ejecutivo central de Mariano Rajoy.
Sea cual sea la estrategia final del Gobierno catalán, lo que puede darse por descontado es que la fase última de su proceso ha comenzado con todos los fastos. El festival echa a andar. Prepárense.