La televisión pública catalana ha demostrado estos últimos días que desde que perdió las retransmisiones de los partidos del Barça está recuperando audiencia gracias a las sesiones judiciales. Los hechos son indiscutibles. Primero fue con motivo del juicio celebrado en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), en Barcelona. Más tarde, en las últimas horas, y desde Madrid, el foco de atención estuvo en el acto judicial que tuvo lugar en Madrid, en el Tribunal Supremo, a Francesc Homs, diputado de CDC y antiguo consejero de Presidencia de la Generalitat, como protagonista. Ambos casos vinculados a los juicios llamados del 9N, en los que se evalúa el papel que varios políticos catalanes tuvieron ante la organización del pseudoreferéndum que prohibió el Tribunal Constitucional.
El canal de televisión jamás ha destacado por una especial predilección con respecto a los temas judiciales. Durante años ha ejercido la cobertura de los más sonados, pero ni la economía ni la justicia han sido jamás su especialidad o aquello que hiciera destacar a sus equipos periodísticos.
Con motivo de la exaltación nacionalista que se ha producido alrededor de esos dos actos, las cámaras de la televisión pública nos han servido durante horas imágenes en directo de los prolegómenos, así como de las declaraciones judiciales. Nunca una declaración de un testigo o de un imputado ha concentrado tantas horas de emisión. Jamás un fiscal o un juez podía sospechar que su rostro aparecería tantas horas seguidas en una cadena audiovisual, pero así ha sucedido.
Hoy empieza en Barcelona el juicio por el llamado caso Palau, en el que Fèlix Millet y sus colaboradores serán sometidos al escrutinio de los jueces para saber si el saqueo confeso del Palau de la Música tuvo que ver con la financiación irregular de CDC, que cuenta con un buen número de sedes embargadas como aval o cobertura de la responsabilidad que los jueces instructores sospechan que tiene. Cuando sucedió lo que se juzgará no existía el Whatsapp y las redes sociales sólo eran cosa de cuatro adelantados frikis. La tecnología ha avanzado rápido, pero lo que marca la diferencia temporal es la lenta acción de una justicia que cabalga sobre tortugas pesadas.
Está claro que a TV3 le interesa mucho más la política que la justicia
En la comunicación oficial que TV3 ha facilitado sobre la cobertura que realizará del gran juicio al mayor caso de corrupción política de los últimos años, se enumera que muchos colegas harán el seguimiento de la evolución informativa del caso, pero parece que la sociedad catalana no tiene el mismo interés en saber qué dirán Millet o Montull que lo que dijeron Mas, Homs, Rigau u Ortega. Vamos, que la retransmisión en directo no será similar a la que se ha realizado con el caso del 9N.
No me embarga especial interés en seguir todas las sesiones, muchas de ellas con escaso interés por su perfil técnico. Pero está claro que a TV3 le interesa mucho más la política que la justicia. Sobre todo si se sigue el argumento que sostiene el imaginario soberanista cuando dice que el del 9N ha sido un juicio político. Y está claro que TV3 considera que el caso Palau no es cosa política si nos priva de ver cómo Millet explica aquello de que aquí somos cuatro gatos (un Consejo de Ciento, vino a decir) y nos conocemos todos, sobre todo entre aquellos convergentes que se repartían el pastel. Piensen lo que piensen quienes hoy dirigen la televisión pública catalana, saber qué y cómo se saqueó el Palau y las empresas que contribuyeron así como sus conexiones con el principal partido del país durante décadas también es un enorme juicio político.
Dispensar a todo eso un trato similar sería de justicia, sin más. A los que estén interesados les recomiendo el seguimiento especial, ilustrado, concienzudo que desde Crónica Global realizarán María Jesús Cañizares, Carlos Quílez y Manuel Trallero, un lujoso trío de plumas que impedirán que nadie se quede sin saber qué fue realmente lo que pasó. Pese a la TV3 que pagamos todos.