Tiene 30 años y lleva seis como alcalde de la localidad de Cardona. A los 18, antes de estudiar Ciencias Políticas, ya se afilió a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Era un joven precoz. Lo tenía claro. De hecho, si uno lee su currículum enseguida conoce que de casta le viene al galgo, porque su bisabuelo ya fue alcalde republicano de la pequeña Vila barcelonesa popular por su castillo, su historia épica en la guerra de secesión y la montaña de sal. Ah, nos enteramos de eso y de que lleva más tiempo ya dedicado a vivir de los recursos públicos que empleado en el sector privado. Dice que una vez fue consultor, pero no especifica cuánto tiempo; no mucho por su edad y trayectoria.
La amenaza, el 'no sabes con quién estás hablando' empieza a repetirse a modo de cierto matonismo independentista
Ferran Estruch i Torrents tiene espíritu épico, quizá por simpatía con la localidad que habita. Se siente quijotesco cuando una amiga de la localidad le telefonea y le explica que un policía local acaba de multarla por llevar el símbolo CAT en la matrícula de su vehículo. El alcalde acude raudo al lugar de los hechos y ante otras personas intenta afear la conducta del agente y se pone claramente del lado de la ciudadana denunciada. Esos hechos no son discutibles, por más que Estruch se ha pasado el fin de semana desmintiendo la información de Crónica Global que pone negro sobre blanco esa circunstancia factual. Dice que son falsedades, pero no quiso conversar con nuestro reportero y no explica qué es lo falso de esta historia.
La amenaza, el “no sabes con quién estás hablando” que popularizó Pilar Rahola en su etapa de política de afiliación, empieza a ser un estilo recurrente propio de un cierto matonismo independentista. Si no me gusta lo que piensas o dices te hago una fotografía para ser lapidado en redes sociales (caso de Quimi Portet o del vigilante de la playa) o, como el pobre agente 1.019 de Cardona, te llevas una amenaza sobre tu futuro profesional. Por fortuna, el agente mantuvo su actuación y ha recibido la solidaridad de sus propios compañeros. Que acabe patrullando en las peores horas del día o que se le destine a las peores tareas del servicio es una eventualidad que no hay que descartar, pero que por fortuna podremos conocer y denunciar públicamente hasta dónde son capaces de llegar los representantes de un nuevo caciquismo local.
Visto lo que hacen algunos renovadores cuando ejercen el poder no debe extrañar el miedo en el voto de los españoles
Dar instrucciones políticas a los agentes del orden es propio de regímenes totalitarios, por más demócrata que se proclame el alcalde republicano de Cardona. Un punto de humildad, un admitir que se había equivocado en una reacción visceral, hubiera resultado suficiente ante la opinión pública. Pero no, el primer edil se lanzó a los medios afines a explicarles lo acontecido para evitar que se conocieran los hechos. Y cuando afloran los califica de falsedades. Todo un espécimen del independentismo de la Cataluña central, en definitiva.