Vaya por delante que Isak Andic me parece un visionario, uno de esos empresarios que si no existieran habría que inventarlos. Por si eso les parece poco, resido en el mismo municipio en el que la textil Mango tiene su sede social, por lo que entenderán que no quiera ningún perjuicio para esta compañía. Pero, dicho esto, y de regreso al periodismo crítico y fiscalizador, el título que acompaña este artículo es tan verídico como certero
Nos explican quienes lo saben a ciencia cierta que los resultados presentados por Mango hace apenas quince días son sólo una muestra del deterioro que está viviendo la empresa desde que su fundador y principal accionista haya iniciado el proceso de transición familiar
En febrero pasado, Enric Casi, el que ha sido su primer ejecutivo durante casi tres décadas, dejó cualquier vinculación con la compañía. Se vendió incluso las acciones que poseía y salió del consejo de administración. Llevaba ya más tiempo incluso que permanecía fuera de la gestión. Ahora, desde hace unos dos años, es el hijo varón de Andic el que ha tomado las riendas de una compañía que lleva meses, por usar el argot marinero que tanto le gusta a su fundador, a la deriva.
En la cúpula directiva de Mango se frotan los ojos con los resultados presentados el último año. Suben las ventas un 15%, pero la oferta comercial en el mismo periodo había aumentado un 21%, casi seis puntos de diferencia, de desequilibrio. La compañía sigue inmersa en un alocado plan de expansión que pasa por abrir y abrir nuevas tiendas lo que lleva a engrosar la abultada deuda contraída durante años para hacer frente a ese crecimiento fulgurante. Y, como no se vende al mismo ritmo, la caída de los beneficios es estrepitosa
Desde dentro de la compañía, quienes conocen con extrema proximidad lo que pasa me dicen que argumentar la reducción de beneficios por las diferencias de tipo de cambio es reconocer que quien está al frente es un pésimo gestor. Un baratísimo seguro de cambio hubiera resuelto ese asunto. Algo similar sucede con las amortizaciones, que deberían haber comenzado a generar rentabilidad por otro lado, pero que no ha aparecido ni se le espera de momento. Son 100 millones del ala, más o menos, los que dicen que se esfuman por estas vías de agua
La compañía insiste de manera interna entre sus cuadros de mando en que hay que reinventarse. Para los que no entiendan el eufemismo, dicho en cristiano: buscar a quien sea capaz de gestionar con eficiencia el día a día en el marco del relevo generacional. “Eso evitaría ahorrarse una alambicada comunicación externalizada para hacer pasar ocho por ochenta en la cuenta de resultados anual”, agregan esos mismos directivos.