El número dos del gobierno municipal en Barcelona, Gerardo Pisarello, presentó ayer una encuesta que señala que su formación política (Barcelona en Comú) volvería a ganar unas elecciones municipales y que CiU, la principal fuerza de oposición, se pegaría una mayúscula castaña.
Según los datos que facilitó, Ada Colau es más alcaldesa que nunca, porque la mayoría de los habitantes de la ciudad, el 52,5%, considera que su gestión es “buena” o “muy buena”. Dice también su estudio que Xavier Trias (CDC) y Alfred Bosch (ERC) son más valorados por los ciudadanos.
No seré yo quien llame miopes a los barceloneses que respondieron el último barómetro municipal, pero está claro que decir que la ciudad está mejor que antes (a pesar de las huelgas en servicios públicos, el congreso de móviles a punto de saltar por los aires, las ocupaciones y la falta de criterio demostrado con asuntos económicos básicos como el turismo o la política inmobiliaria) es para pensar que una pandemia de miopía se ha extendido por la capital catalana. O eso o que los resultados han sido cocinados convenientemente.
No seré tampoco de los que dicen que la gestión es mala o muy mala, pero en el término medio es posible hallar la virtud. Colau no ha enterrado todavía Barcelona, pero tampoco es una superedil que haya montado unos juegos olímpicos o que haya pilotado la transformación hacia el urbanismo vanguardista de la ciudad. Vamos, ni tan calvo, ni con dos pelucas.
Dicho esto, lo más sorpresivo es que los datos demoscópicos los presente el teniente de alcalde y que formen parte del barómetro municipal. Al menos el gobierno central tiene un punto de pudor y le encarga al Instituto Nacional de Estadística (INE) que le confeccione esos barómetros. Algo similar la pasa al gobierno catalán cuando solicita al Centro de Estudios y Opinión (CEO) que estudie el sentir de los catalanes: lo encarga a un organismo técnico y supuestamente independiente.
El consistorio de Barcelona, ahora repleto de rojazos quejosos del gasto superfluo --salvo para ellos--, hace un estudio demoscópico cada seis meses en el que no se olvida de preguntar a sus ciudadanos a quién votarían en el momento de ser encuestados. Nadie sabe cuál es la garantía técnica o científica de la encuesta de marras, pero sí que la presenta Pisarello y que si es necesario ayuda a los periodistas más bisoños a hallar ese titular que les facilite explicar esa dudosa historia a sus respectivos jefes.
Ahora más que nunca, Colau está consolidada en opinión del teniente de alcalde y de su equipo de gobierno. Sobre todo, debe ser, porque gracias a su liderazgo ellos hacen de las suyas libremente por diferentes puntos de la ciudad. Colau, esa lideresa recién hallada y salida de la escuela de interpretación, es útil en primer lugar para los suyos.