Esos padres que quieren lo mejor para su descendencia querrían emparentar con el candidato puesto por Artur Mas para llevar a CDC (o como se llame ahora) al Congreso a Madrid. Francesc Homs Molist (Vic, 1969) es el hombre, y desde que el cabello le blanquea es más entrañable para cualquier familia catalana media, sin tribu ni nada.
Así lo debió pensar Mas cuando le encargaba misiones especiales. Ha hecho de todo en política, pero siempre en nombre del padre de familia de turno. Fue, por ejemplo, el encargado de negociar el Estatut que luego cepilló el Constitucional. Tuvo enfrente a Soraya Sáenz de Santamaría y reportaba con el jefe de filas convergente a espaldas del líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida. Homs es de esos políticos muy disciplinados que considera que al jefe siempre hay que hacerlo quedar bien, aunque sea a costa de amplificar sus errores, filias, fobias o manías de cualquier signo.
Homs llegó a ser más Masista que el propio Artur Mas. Tanto fue así que acabó chamuscado y el jefe le envió en diciembre a Madrid a practicar castellano en el atril del Congreso de los Diputados. Oriol Junqueras no lo quería cerca y no les cuento la opinión que de él tenían los chicos de la CUP. Ya saben, esos que tienen tan peculiar concepto de la familia y no apreciaban los méritos del repeinado Homs.
Tan bien mandado es el diputado que cuando le hablaron de la capital de España torció unos segundos la mandíbula pero inmediatamente regresó su faz a posición de listo para el servicio. Es un abogado pulido, y aunque en Barcelona perdió algunos instantes el oremus durante su época de consejero, rápidamente demostró que es un tipo mejor hablado y más presentable que Joan Tardà y Gabriel Rufián en nombre de los catalanes soberanistas. Tanto se esmeró que alguien le llamó la atención para que no se olvidara de su cometido independentista y al servicio de los intereses de Mas.
El cap de colla de la derrotada CDC le ha vuelto a llamar a filas. Aunque en esta ocasión el jefe manda menos y las misiones son más vietnamitas. Tiene que aguantar unas primarias con una candidata puesta en el lugar por Germà Gordó, el conspirador silencioso de la organización. Ganará las primarias sin grandes cifras y después deberá encabezar la lista electoral de CDC que obtenga el peor resultado de la historia del partido. ¿Alguien se ha preguntado qué van a votar los 60.000 electores que dieron su apoyo a Unió Democràtica en diciembre pasado? Difícil pregunta, pero les atisbo una respuesta: a cualquiera menos a Francesc Homs, por más que para muchos de ellos sería un yerno perfecto.