La estampida de sociedades mercantiles y hombres de negocios catalanes alcanza unas cotas inauditas. La causa de este fenómeno no es otra que la incertidumbre política y la inseguridad jurídica que sobrevuelan esta comunidad.

Los medios informativos repiten machaconamente que se han fugado más de 3.000 empresas catalanas desde el pasado 2 de octubre, es decir, el día siguiente del fraudulento referéndum, hasta comienzos de diciembre.

Algunos ingenuos vaticinaron que la aplicación del artículo 155 de la Constitución traería la calma. No ha sido así. Además, las últimas encuestas auguran que los independentistas podrían volver a formar Gobierno. Dicha perspectiva semeja a una multitud de entidades comerciales, industriales y de servicios nada alentadora. Por tanto, no es de extrañar que el éxodo arrecie.

En diciembre, con el 155 plenamente vigente, se viene registrando un promedio de 25 exilios diarios. A este ritmo, el presente mes promete terminar con un saldo de más de 400 firmas evadidas a otras partes de España.

Las últimas encuestas auguran que los independentistas podrían volver a formar Gobierno, por lo que no es de extrañar que el éxodo de empresas arrecie

Es de recordar que ya entre 2013 y 2015, casi 1.100 empresas se escabulleron de esta tierra cada día más devastada por los despropósitos separatistas. La diáspora se aceleró en el curso del presente año, con un millar de empresas emigradas hasta el 1 de octubre de este año.

En resumen, durante este siniestro quinquenio de procés, nada menos que 5.500 firmas de todos los tamaños han decidido huir de Cataluña. En su inmensa mayoría no se marchan voluntariamente. Es la actuación insidiosa de la casta política la que las está echando fuera.

El balance de las pérdidas sufridas es devastador. Hasta hace poco, las compañías catalanas ocupaban posiciones de liderazgo en múltiples sectores. Por ejemplo, Cataluña contaba diez años atrás con once instituciones financieras, principalmente cajas de ahorro y bancos. Hoy no queda ni una sola, tras la quiebra generalizada de las cajas y la desbandada de Caixabank y Banco Sabadell.

La mudanza de los dos grandes bancos ha arrastrado a todo el mundillo financiero que los rodea: sociedades de valores, gestoras de fondos y de patrimonios, sicavs, aseguradoras etc.

El balance de las pérdidas sufridas es devastador

El caso de este último ramo es particularmente sangrante. Las compañías de seguros que funcionaban por estas latitudes significaban el 32% de la facturación nacional del sector. Tras su escapada, las pocas que quedan solo aportan el 5%.

Otro histórico sector que daba lustre a la economía vernácula es el de la industria editorial. Gracias a ella, por nuestras latitudes se desarrollaba la mayor producción literaria en lengua española de todo el orbe. Tras la deslocalización de Grupo Planeta, líder del ramo, Cataluña ha perdido, quizás para siempre, su privilegiada condición.

El daño que ha ocasionado el secesionismo sectario y excluyente es inmenso. Nunca hasta ahora Cataluña había sufrido una traslación societaria tan extensa, rápida y empobrecedora. Ya lo he comentado en otras ocasiones. El movimiento de las sedes sociales y fiscales es algo parecido a una bomba nuclear. Su onda expansiva se dejará sentir durante varias generaciones.