Puchi se ha enfadado con Pedro Sánchez y ya no lo ajunta. Pero lo que se nos vende como un divorcio patriótico de gran dignidad, me temo que no es más que una nueva rabieta del Hombre del Maletero, cansado ya de que el perillán de Madrid lo enrede continuamente en beneficio propio (si le hubiera caído la amnistía, no tendríamos ni seudodivorcio ni rabieta). De hecho, dicho perillán es el primero que no se toma en serio la pataleta de su presunto socio parlamentario. De ahí que lo intente engatusar de nuevo llamando al canciller alemán para que le eche una mano con lo del catalán en Europa (de momento, un nein), o se proponga revisar lo de esa multirreincidencia que tanto encocoraba a la buena gente de Junts (y a cualquiera con dos dedos de frente, por otra parte, y sin que sirva de precedente).
Es como si Sánchez se estuviera timando retrecheramente con el glorioso fugitivo: “Venga, Puchi, no te pongas así, hombre, que tampoco nos iba tan mal juntos”. O como decía aquella canción de Marie Laforet de los años 60, “olvidemos nuestro enfado, olvidemos nuestro enfado y volvamos al amor”.
Y es que el divorcio que ha planteado Puigdemont se queda un poco a medias. No lo usa para provocar elecciones ni para plantear una moción de censura, lo cual equivale en la práctica a permitir que Sánchez se eternice (como parece ser su intención) en la poltrona presidencial. ¿Se va a preocupar por siete votos de mierda (con perdón) cuando es evidente que se ve capaz de gobernar sin presupuestos, sin el Parlamento y contra el Poder Judicial? Lo dudo. Para Sánchez, cada día más sin soltar el poder es un triunfo contra el fascismo (y contra la lógica y contra el sentido común y contra la misericordia humana) que merece ser celebrado.
Otra cosa sería que Puchi reclamara elecciones o que se ofreciera al PP para montar una moción de censura. Y aunque esto último no es del todo descartable, no sé si su chantaje al PP sería tan brillante como el que ha llevado a cabo con el PSOE, dado que Feijóo le prometería la luna si no fuese porque su parroquia se le amotinaría y Díaz Ayuso le saltaría a la yugular. ¿Y por qué se queda corto Puchi en sus amenazas de divorcio? Llámenme mal pensado, pero yo diría que por lo de siempre: el dinerito propio y ajeno.
Nuestros separatistas se distinguen por hacer perfectamente compatibles el odio a España y pillar lo que se pueda de tan molesto vecino. Lo hemos visto en la gente de la farándula, con los programas televisivos de ámbito nacional de La Trinca o de Toni Soler o la desfachatez de la productora cinematográfica Isona Passola, que por la mañana exigía en Barcelona la independencia de Cataluña y por la tarde se iba a Madrid a poner el cazo en TVE y el ministerio de Cultura.
Entre los políticos, lo que se lleva es despotricar del vecino, pero colocar a independentistas en empresas españolas, que es lo que ha hecho Cocomocho con algunos de sus leales: el infame Mikimoto está en TVE, Pere Soler ha pasado de dirigir a los Mossos d'Esquadra cuando el prusés a incrustarse en la CNMC, Eduard Gracia abandonó la ruinosa ANC para colocarse en Renfe, Helena Massot se pasó del sindicato empresarial indepe FemCat a Enagás, Ramon Tremosa ha terminado en AENA…Y la señora Puigdemont y orgullo de Transilvania, Marcela Topor, depende de Salvador Illa para conservar ese programa de televisión en inglés que no ve nadie, pero le reporta 7.000 eurillos mensuales…Si Puchi renuncia a Satanás, ¿no debería renunciar también a sus pompas y sus glorias?
Parece que no, que lo hay que hacer es salvar Cataluña convergente a convergente, sueldo a sueldo, chollo a chollo, mientras miras a tu espalda y observas que te está echando el aliento en la nuca la matamoros de Ripoll, que te considera un tipo desfasado y pasado de moda (tiene razón, pero no por los motivos que ella cree) que en lo único que destaca es en las fugas a lo Harry Houdini y en un temor a la cárcel que supera al de Josep Pla.
Ya entiendo que para Puchi (y para mí mismo, aunque por distintas razones), el Gobierno de España es una elección entre susto y muerte, pero con esos divorcios de estar por casa que no se toma en serio ni el cónyuge presuntamente abandonado sólo va a conseguir incrementar su irrelevancia y su progresivo hundimiento: ya se sabe que cuanto más alto se sube, más dura será la caída (y este precepto bíblico también es aplicable a su ex).
