A Carles Puigdemont no te lo quitas de encima ni con agua hirviendo. Nos dijo que, si no ganaba las elecciones, se iría a casa (o. en su defecto, a Soto del Real) pero, como tiene por costumbre, mintió, como había mentido previamente anunciando varias veces un regreso a Cataluña que nunca se produjo (con lo bien que le habría venido una detención en plena campaña: los problemas de ser un cagueta). Ahora, como decía Joe Rigoli, presunto cómico argentino que me amargó la infancia desde TVE, anuncia que yo sigo y que aspira a presidir la Generalitat y que entre tots ho farem tot y que no podemos dejar a la patria en manos de un sicario del socialismo español (al que él apoya a ver si le cae la prometida amnistía). Hay que hacer piña catalanista, viene a decirnos el bueno de Puchi, y lo primero que hace en esa dirección es pedirle su colaboración a ERC, partido al que detesta y al que ha barrido en las elecciones, sumiéndolo en una depresión de la que el beato Junqueras solo podrá salir yendo más a misa, si tal cosa es posible.

El problema es que, en ERC, aparte del beato, no se sabe quién manda, ya que Pere Aragonès ha tenido el detalle de hacer mutis por el foro tras el sopapo recibido en estos últimos comicios. Eso sí, se ha ido con la cabeza muy alta (o todo lo alta que su envergadura le permite) y diciendo que su partido nunca apoyará a Salvador Illa en su pretensión de llegar a presidente de la Generalitat, ¡hasta ahí podíamos llegar! Puchi no parece ser consciente de que si el Petitó de Pineda (al que no han votado ni en su pueblo) detesta a Illa, mucho más abomina de él que, encima, se le ha comido la merienda independentista, concentrando en Su Persona la práctica totalidad del voto soberanista. Agarrado a tal evidencia, Cocomocho, lejos de darse por muerto (a sí mismo y al prusés), insiste en el yo sigo y se postula para presidir la Cataluña catalana. Probablemente, pensaba chantajear a Pedro Sánchez con la amenaza de dejarle caer en Madrid, pero ya le han dicho desde el PSOE que lo de la Chene es un asunto interno en el que ellos ni pinchan ni cortan.

Aunque los de ERC le odian y las chicas de la CUP lo desprecian, nuestro hombre se ve capaz de formar gobierno, pero juraría que esta vez se está pasando de optimista. Las de la CUP, además de basurearle, han sufrido una merma notable de su ya escasa influencia política, pues han pasado de nueve escaños a cuatro. Y en cuanto a ERC… Bueno, yo creo que una cosa es lo que diga Aragonès en su despedida y otra lo que le parezca más razonable al beato Junqueras, que es al partido lo que Arzalluz era al PNV: la voz de la conciencia. El sustituto del Niño Barbudo deberá ser aprobado por el beato, quien se debatirá entre el amor a Cataluña, que incluye el odio al PSC, y la necesidad de mantener cargos y sueldos y de pintar algo en la política española, dado que, en la catalana, sector indepe, se ha demostrado que no hay mucho que rascar. Si te han birlado el puesto de guardián de las esencias y los separatistas de piedra picada te consideran un botifler de la peor especie, ¿para qué vas a contribuir a que llegue a presidente de la Generalitat un sujeto que te ha hecho la puñeta hasta límites insospechados?

Perdido un mercado, hay que ir a por otro. Y si hay una posibilidad de tripartito (los comunes no piensan en otra cosa), no sería de extrañar que las huestes del beato se apuntaran a él con la excusa de catalanizar en la medida de lo posible un gobierno traidor y felón. Y lo que dijo Aragonès, pues ya se sabe que las palabras se las lleva el viento (y a veces el hambre). Una vez instalados, a su pesar, en el botiflerisme, a los de ERC no creo que los convenza su verdugo para que lo apoyen (entre otros motivos porque ya los dejó tirados hace un tiempo al salir Junts del gobiernillo). Nadie sale bien parado de una colaboración con Puchi, y si no, que se lo pregunten a Pedro Sánchez, al que el Hombre del Maletero es capaz de dejar caer en Madrid, colaborando con el PP si hace falta, ya que se mueve en el caos como pez en el agua (de hecho, él es el caos).

De enemigo del Estado, el pobre Puchi está pasando a simple pelmazo. Se creía que volvería a Cataluña en loor de multitudes porque unos cuantos desocupados iban a hacerse selfies con él en el sur de Francia y a aplaudir sus quimeras, pero las cosas, aunque no le han salido mal del todo, no han cumplido sus optimistas previsiones. Ya sólo le queda morir matando. Si no se hace con la presidencia de la Chene, que es lo más probable, la emprenderá contra Sánchez (que bien merecido lo tendrá, por cierto). Y después de Sánchez, le queda la Unión Europea, la ONU y cualquier organismo en el que pueda imponer mínimamente su molesta presencia.

A este paso no tardará mucho en convertirse en el equivalente catalán de aquellos soldados japoneses perdidos en una isla que no se habían enterado de que la guerra había terminado y seguían haciendo guardia.