La frase del título figuraba en una camiseta promocional del grupo gallego Siniestro Total, es anterior al prusés y nada tiene que ver con él, pero, a lo largo de los últimos años, me ha venido a la cabeza en multitud de ocasiones (sobre todo, si me estaba tragando alguna arenga verbal o escrita de Pilar Rahola). La recupero ahora en honor a Dolors Feliu, flamante presidenta de la ANC, quien ha tenido la brillante idea de sugerirle al gobiernillo de Pere Aragonès que active la DUI durante el segundo semestre del año 2023. Según ella, hay tiempo de sobra para prepararse para la acción y, además, dicha DUI coincidiría con la presidencia española de la Unión Europea, lo cual, siempre desde su particular punto de vista, impediría el contraataque y la represión previsibles por parte del malvado Estado español. Con este plan infalible en la sesera, la señora Feliu se ha ido a ver al Petitó de Pineda, quien se la ha quitado de encima ipso facto, aduciendo que no se dan las condiciones adecuadas para la DUI de marras ni ahora, ni al cabo de un año ni dentro de no se sabe cuánto tiempo. Solo le ha faltado citar a Siniestro Total y decirle a la presidente de la ANC: “En beneficio de todos, cállese, señora”.
En principio, ser independentista no debería equivaler a ser idiota, pero actitudes como la de la señora Feliu demuestran que ambas condiciones pueden ser perfectamente compatibles. Cualquier independentista con la cabeza en su sitio sabe que un nuevo motín como el de octubre del 17 acarrearía unas consecuencias peores que las ya conocidas. Por mucho que Feliu ansíe ese momentum que ha detectado en el período de presidencia española de la UE (ella y nadie más, como no sea su segundo de a bordo, el payaso Pesarrodona), dicho momentum (en el que también cree, ahora que me acuerdo, el inefable Vicent Partal, director de Vilaweb y notable paniaguado del régimen) es de una inverosimilitud absoluta. Así lo ha visto de inmediato Aragonès, empeñado a su vez en demostrar que una cosa es ser independentista y otra, ser idiota. De ahí que la visita de la señora Feliu (no sé si con o sin el payaso) se haya saldado de un modo absolutamente frustrante para ella, a quien se le ha venido a decir que no está el horno para bollos, que haga el favor de no molestar y que disfrute del cargo y berree cuanto se le antoje y amenace con listas ciudadanas y siga soñando en llevarse por delante a los partidos independentistas. Francamente contrariada por la respuesta recibida a su iniciativa (razonada y razonable, según Partal), mañana se irá a Waterloo a llorarle a Puigdemont, con quien puede que tenga más suerte, ya que este se aburre como una seta en Flandes y recibir a otros chiflados de su cuerda le saca momentáneamente del tedio en el que vive instalado junto a su alegre pandilla de aspirantes a presidiario. Intuyo que Puchi le dará la razón a Feliu y bendecirá lo del momentum y lo que haga falta, pero, inevitablemente, lo que diga recordará a aquella célebre frase de Groucho Marx: “No tengo nada, pero quédate con la mitad”. Que, en el fondo, no se diferencia mucho del lema ideado por Siniestro Total.
Dolors Feliu se pasa la vida hablando de democracia, pero la asociación que dirige tiene una peculiar manera de aplicarla a la hora de elegir a sus mandamases. De hecho, las últimas elecciones no las ganó la señora Feliu, sino el payaso Pesarrodona, pero así funciona la ANC: se deja votar a todos los afiliados y luego, los que controlan el cotarro ponen de presidente a quien les da la gana. Ya pasó en las anteriores elecciones, cuando las ganó Liz Castro, figura señera de nuestro contingente de guirilazis, pero la presidencia acabó en manos de Jordi Sànchez. En la ANC todo parece indicar que, en caso de duda, se nombra a un convergente (en activo o que haya pasado por el partido en algún momento de su vida). O sea, queridos socios de la ANC, vosotros votad a quien queráis, que nosotros pondremos a quien nos dé la gana. Y así es como se llega a situaciones chuscas como la propuesta razonada y razonable de la señora Feliu, en la que alguien que ha llegado a la cima (aunque sea de una entidad grotesca) vía pucherazo se atreve a dar lecciones de democracia y soberanismo a un presidente de la Generalitat que, dejando aparte su valía, ha accedido al cargo por la preceptiva vía de las urnas.
Hemos llegado a un punto en el que lo más irritante del lazismo ya no es la insistencia en la independencia de una comunidad que no acaba de estar por la labor, sino la inmensa estupidez que distingue a algunos de sus representantes y que en el caso de la señora Feliu alcanza cotas nunca vistas hasta el momento. A este paso, en la ANC acabarán lamentando haber basureado al payaso Pesarrodona, aunque celebre la Diada en pantalón corto.