Al pobre Joan Tardà le ha caído la del pulpo por sugerir que, tal vez, no estaría mal comunicarse con socialistas y comunes; más que nada, por aquello de ampliar la base social del independentismo, que decía el Astut. Desde ese inmenso almacén de la estupidez humana que es Twitter se le ha tildado de traidor y botifler. Y hasta hay quien atisba un plan siniestro de Tardà para pillar cacho, a través de un posible tripartito con los de Iceta y los de Domènech. Los más indignados ante su actitud, claro está, han sido los cupaires, que son pocos, pero decididos y más fundamentalistas que nadie, así como los únicos convencidos de que la república catalana está más que declarada y que solo falta ponerla en marcha (de la misma manera que yo tengo una mansión en la Toscana, pero solo me falta comprarla).
Yo no sé qué pretende exactamente Tardà con su propuesta, pero es evidente que su relación con la realidad es más cercana que la que mantienen con ella los de la CUP y muchos de Junts x Puchi. No hace falta ser Einstein para darse cuenta de que, si la presidencia de la Generalitat oscila entre un prófugo de la justicia y un presidiario, el futuro de la institución no se presenta muy brillante que digamos. Solo es necesario tomar conciencia de la realidad, y esa realidad es muy triste para el independentismo: la jugada salió mal y de lo que se trata ahora no es de implementar la república, sino de recuperar la autonomía.
Parece que Tardà ha tomado conciencia de la realidad: la jugada salió mal y de lo que se trata ahora no es de implementar la república, sino de recuperar la autonomía
En eso debe estar pensando Tardà y cualquiera con dos dedos de frente. Ya habrá tiempo más adelante de seguir dando el raca-raca con lo de la independencia, pero, de momento, lo que urge es recuperar el gobierno autónomo y que todo el mundo cobre a fin de mes. O sea, ya se conspirará cuando se pueda, que no es precisamente ahora. Por consiguiente, dejémonos de prófugos, presidiarios e imputados, hagamos como que nos portamos bien e invistamos presidente a cualquiera que no esté fichado por la policía.
Semejante pragmatismo no es del agrado de la CUP ni de Junts x Puchi, lo cual nos está llevando a esta historia interminable que es la formación de un Govern más o menos nuevo que permita al estado retirar el 155, que parece incomodar más a Rajoy que todos nuestros procesistas (a los demás nos da igual, pues no captamos diferencia alguna entre la Cataluña anterior y posterior al 155). Al pobre Tardà no se le reconoce ni que ha tenido una iniciativa de izquierdas al proponer relacionarse con partidos de izquierdas, dejando de lado momentáneamente la cuestión nacional. Creo que es la primera idea de izquierdas que surge de ERC, partido de carlistas y missaires y ricachones rurales, en mucho tiempo. Y, sobre todo, es una idea que, aunque no lleve a ninguna parte, se basa en la realidad, en lo que hay, en lo que se puede hacer y lo que no. Por lo menos, Tardà no parece creer en que una comunidad se pueda gobernar desde el extranjero o desde el talego. Lo cual, viniendo del mundo independentista, ya me parece de lo más destacable.