Si pensábamos que la historiografía catalana había alcanzado su cenit con lumbreras como Víctor Cucurull y Jordi Bilbeny, pesos pesados (pesadísimos, diría yo) del Institut Nova Història, nos equivocábamos, pues se acaba de detectar en Sabadell a otro cerebro privilegiado que no tiene nada que envidiar a los dos personajes de referencia recién citados y que atiende por Josep Abad. Desde que llegó a alcalde uno de la CUP --un tal Maties Secarrant--, era cuestión de tiempo que se empezaran a producir en Sabadell fenómenos paranormales, sobre todo si tenemos en cuenta que ERC también forma parte del gobierno municipal. De hecho, el informe con el que Abad acaba de acceder a la gloria fue un encargo de ese partido y consistía en analizar el callejero de la ciudad para ver si se habían colado fascistas, españolistas y franquistas a los que desposeer convenientemente de su calle, plaza, avenida o callejón.
A la velocidad del rayo, el señor Abad detectó franquistas a cascoporro, algunos de ellos --ahí está el mérito-- muy anteriores al período franquista
A la velocidad del rayo, el señor Abad detectó franquistas a cascoporro, algunos de ellos --ahí está el mérito-- muy anteriores al período franquista, por lo que para desenmascararlos había que tener una vista de halcón. Gracias a Abad descubro que, aunque ellos no fuesen conscientes de ello, fueron franquistas Avant la lettre Bécquer, Lope de Vega, Moratín, Tirso de Molina, Agustina de Aragón y Pizarro. A todos los engloba el gran Abad en un “modelo pseudocultural franquista”. Y se lamenta, asimismo, de que haya barrios en Sabadell a nombre de Espronceda y Campoamor. Garcilaso de la Vega, Góngora y Calderón le huelen a azufre. Y aquí no se salva ni Machado, a quien Abad considera un tenebroso españolista que no merece la plaza a su nombre de la que disfruta en Sabadell (el alcalde ha dicho que Machado se queda, pero que los fachas no, aunque no ha quedado claro quiénes son esos fachas y se prevén controversias entre el munícipe y el historiador).
El gran Abad concluye su informe reclamando una calle para Muriel Casals --ahí se ha quedado corto: ¿por qué no una avenida?-- y abogando porque se catalanice convenientemente el callejero de la ciudad, que está trufado de sangre impura. No sé si el señor Abad forma parte del Institut Nova Història, pero de no ser así, ya tardan Cucurull y Bilbeny en ficharlo. La verdad es que corren grandes tiempos para lo más lerdo y malintencionado de la tribu. Solo nos queda esperar que se terminen cuanto antes: soñar no cuesta dinero.