Una de las muchas taras que el nacionalismo catalán ha heredado del español es la figura del enemigo de la patria. Si Franco hablaba de “los enemigos de España”, nuestros próceres se inventaron “els enemics de Catalunya”; en ambos casos, como todos sabemos, esos colectivos no tenían nada contra España o Cataluña, pero sí mucho contra el régimen de turno, fuese éste la democracia orgánica o el nacionalismo obligatorio.
La ventaja de inventarse un enemigo es que se le pueden echar las culpas de todo. Y también te permite dividir a tu comunidad entre “nosotros” y “ellos”
La ventaja de inventarse un enemigo es que se le pueden echar las culpas de todo. Y también te permite dividir a tu comunidad entre “nosotros” y “ellos”. Nuestros queridos nacionalistas llevan décadas en ese plan, dividiendo a los catalanes entre “buenos” (los independentistas) y “malos” (los mal llamados unionistas, como si esto fuera Irlanda del Norte). Para los primeros, todo; para los segundos, nada. Y con gobernar para los primeros ya basta y sobra. El problema de las divisiones es que pueden generar subdivisiones, y así hemos llegado a la situación actual, en la que dentro de los “buenos” también hay “malos”: aquí los primeros son los que se tragan las patrañas de Junts pel Sí y ERC, y los segundos, esos aguafiestas de la CUP.
Afortunadamente, si hemos de hacer caso a los CUPólogos, también dentro de ese movimiento revolucionario y antipatriarcal hay “buenos” y “malos”. Los “buenos” son los que no querían llevarse por delante a Artur Mas y estaban dispuestos a aprobar los presupuestos de Puigdemont, y los “malos”, los que finalmente se cobraron la cabeza del Astut y le dijeron a Cocomocho que se metiese los presupuestos por donde le CUPieran. Y esos cupaires nos han llevado a donde estamos. Ya lo dijo Pilar Rahola en una nueva muestra de su infinita sapiencia: por culpa de unos iluminados se desvanece el sueño de un pueblo (da igual que el sueño solo lo comparta menos de la mitad de ese pueblo y que, como dijo Calderón, los sueños, sueños son).
En una nueva subdivisión, se ha localizado a los responsables de que el Prusés no avance, los que inclinaron la balanza contra Mas y los presupuestos: son tres individuos que componen una célula radical adscrita a la CUP y que gozan de la protección de Anna Gabriel. Sí, amigos, Cataluña no es independiente por culpa de tres pringados. Yo no sé a qué espera Cocomocho para eliminarlos con drones o con un comando de Black Ops del Cesicat previamente entrenado por el Mosad. Cuando alguien se cisca en el sueño de un pueblo, el asesinato selectivo es prácticamente una obligación moral.